¿La Policía fingió un ataque para abrir fuego?: El video que pone en duda la versión oficial sobre la represión a las comunidades
Una grabación en la ruta 3 muestra cómo un oficial se arroja al piso sin que sea atacado por los manifestantes. Esta supuesta agresión “habilitó” la avanzada sobre los manifestantes, un modus operandi que recuerda a las operaciones de Patricia Bullrich con Gendarmería.
La feroz represión policial del martes en Villa Río Bermejito, que dejó más de 50 heridos entre comunidades originarias y policías, se desató a partir de un hecho que las imágenes disponibles ponen en tela de juicio.
Uno de los videos filmados y viralizados en redes sociales en las últimas horas captó el momento en que un agente de la Policía del Chaco se desploma súbitamente en el suelo, llevándose las manos a la cabeza. Segundos después, se desató la embestida. Sin embargo, la secuencia muestra que el manifestante más cercano se encontraba a varios metros de distancia, sin que se evidencie contacto físico alguno.
El incidente, que recuerda prácticas de gobiernos nacionales anteriores, habría sido el pretexto para la brutal embestida contra comunidades originarias. Así, crece la sospecha de que el hecho fue armado para “convalidar” el uso de la fuerza.
Este cada vez más dudoso episodio, que la versión oficial catalogó como una "agresión" de "manifestantes kirchneristas", funcionó como detonante inmediato para la feroz embestida con palos y balas de goma contra los integrantes de las comunidades originarias, entre ellos mujeres y ancianos, que reclamaban por la suspensión de pensiones por discapacidad y la entrega de alimentos.
El video, que circula en redes sociales, podría cambiar por completo el relato oficial sobre los hechos ocurridos en Bermejito porque en las imágenes se observa al policía rodeado por otros uniformados y que, de manera repentina, se arroja al piso tomándose la cabeza, al parecer simulando haber sido golpeado por un manifestante. Sin embargo, el registro muestra con claridad que no hay nadie a menos de tres o cuatro metros de distancia del efectivo.
La conducta del uniformado evoca una práctica denunciada a nivel nacional durante las gestiones de Patricia Bullrich al frente del Ministerio de Seguridad, reforzando la sospecha de que el incidente pudo estar "armado" para justificar la aplicación del protocolo antipiquetes.
Mientras el gobierno de Leandro Zdero insistió en un relato de "violencia" contra la fuerza pública, las comunidades originarias respondieron con un contundente comunicado titulado "Ñachec Zdero" (Gracias Zdero), donde, con ironía, responsabilizan al gobernador por las balas de goma y los bastonazos contra sus ancianos.
La brecha entre la narrativa oficial y la documentación audiovisual plantea una inquietante pregunta: ¿Fue la caída de un agente un montaje que convalidó una represión planificada?