EL TRABAJO DE LAS PROFESORAS DE EDUCACION INICIAL DEL JARDIN N°32
Domingo, 16 de agosto de 2015
Los docentes y el desafío de la inclusión escolar, entre la vocación y los obstáculos
Las maestras de Lucas trabajan con una profesora del instituto especial al que asiste el niño, de manera de planificar en conjunto los contenidos que desarrollarán con el chico.
El Día del Niño se celebra a nivel mundial los segundos domingos de agosto, pero en Argentina el festejo se postergó para hoy. Las maestras de Lucas, un chico con síndrome de Down, cuentan sobre su labor en materia de integración educativa
GERARDO MORALES De la Redacción
El Día del Niño es una celebración anual que en la mayoría de los países tiene lugar los segundos domingos de agosto. En este año, la Cámara de la Industria del Juguete decidió trasladar la celebración para hoy en Argentina, de modo que no se superponga con las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias que se realizaron la semana pasada.
Entre las temáticas relacionadas a la niñez que se están discutiendo en la actualidad, sobresale la cuestión de la integración y la igualdad de derechos entre los chicos, en cuanto a la educación de los mismos. Por ello, existen muchos docentes de todos los niveles en Corrientes que trabajan para lograr la inclusión de chicos con capacidades diferentes en escuelas comunes.
Los mismos se capacitan a través de cursos y talleres, pero también deben lidiar con problemas que escapan a su área de competencia, y que dificultan llevar adelante el proceso de enseñanza. Para tener una visión de esto, El Litoral dialogó con la directora y las maestras de la Escuela Jardín de Infantes (EJI) N° 32 “Globitos de Ternura”, del barrio San Gerónimo. En este establecimiento concurre a la sala de 4 años un niño con síndrome de Down llamado Lucas, que además hace doble escolaridad porque a la tarde va a un instituto especial.
“Lucas es un nene cuya edad cronológica no coincide con su edad mental (tiene 5 años). Cuando empezamos con él hicimos algunas actividades, y después lo fuimos integrando al grupo de forma natural”, comentó su maestra, Griselda del Carmen Picón.
En ese sentido, la directora del jardín Marisa Gómez, aclaró que “lo que se respeta con la inclusión para los chicos especiales es el tiempo de educación. Nosotros no tenemos la preparación ni el conocimiento sobre los chicos con ciertas enfermedades o capacidades diferentes. Tratamos de dar los mismos contenidos en diferentes tiempos, porque cada ser humano tiene diferentes tiempos de aprendizaje”.
Con respecto a la relación que mantiene Lucas con sus compañeritos, las docentes remarcaron que no tuvo inconvenientes en ese sentido, pero sí el problema estuvo en los adultos, que al principio tenían una mirada “diferente” de la situación.
“Creería que los niños no tienen esa mirada del adulto. Lucas es de la misma comunidad, entonces (sus compañeros) ya lo conocen”, expresó Griselda. Sin embargo, destacó que “sí había padres que lo miraban a él como que todavía es pequeño, que él no puede, y esas palabras típicas de un niño que parece diferente a otros”.
De todas formas, señaló que “ahora no sucede esto, (Lucas) está totalmente integrado en el jardín”. Para lograr ese trabajo de inclusión, la maestra también explicó que el chico posee “un gabinete psicopedagógico en el otro instituto, que está compuesto por una fonoaudióloga, un psicólogo, un nutricionista y una profesora que le hace un seguimiento y viene acá (al jardín) para que conversemos las planificaciones de los contenidos que vamos a trabajar con Lucas, así ella también puede hacer esas mismas actividades a la tarde”.
Dificultades Más allá de la vocación de las docentes por la enseñanza y la integración de cualquier chico al sistema educativo, en la cotidianeidad de su trabajo se encuentran con obstáculos que escapan a sus competencias, y que les impiden desarrollar adecuadamente su labor.
Al respecto, la maestra Agustina Gabriel señaló que “el Estado nos da herramientas, pero nosotras no somos especialistas. Detectamos el problema y comunicamos a los padres que el niño necesita otro tipo de atención. Ahí es donde, en esa comunicación, el padre considera que no lo necesita o tiene alguna dificultad para llevarlo”.
Además, Gómez subrayó la cuestión edilicia, ya que “podemos decir ‘incluimos cualquier tipo de chico’, sólo si sé que va a venir un nene con un problema motriz y lo inscribo en noviembre, sabiendo que para marzo voy a tener rampa, o voy a tener baño para discapacitados. Ahí no hay ningún tipo de problema. Pero eso nunca sucede”. “Nunca tratamos de excluir a algún chico. Si decimos que no, es sólo porque sabemos que detrás de él nos vienen problemas que no podemos resolverlos”, cerró.