Los que hacen cola estallan en bronca cuando ven que personas compran un lugar en la fila. El negocio de la comercialización de lugares en las entidades crediticias parece imparable. Los coleros por mes se alzan con suculentas sumas de dinero y nadie hace nada.
Sea la fecha que sea, hacer cola ya es un hábito incorporado a la rutina de nuestra sociedad burocratizada. Sin embargo, la naturalización de esa costumbre no disminuye los efectos psicológicos, mal humor y los nervios que generan en la gente las esperas extensas.
El tiempo vuela, pero en la fila puede convertirse en una eternidad o en una verdadera pesadilla. Aún, sabiendo que se va a perder tiempo, quizás toda la mañana, es difícil manejar los sentimientos en “este mundo de filas infinitas” despersonalizadas y sin horarios.
Son tan cotidianas como maldecidas. Están en todas partes: para sacar un boleto en la estación de ómnibus, comprar en el súper, pagar una cuenta, hacer un trámite o comprar comida, pero para aquellos que pueden comprar un lugar en la fila de bancos por una módica suma, estos dolores de cabeza son historia.
Según pudo saber Primera Línea por investigaciones realizadas, los conocidos “coleros”, desde las 17 o 18 ya se instalan en la vereda de la entidad con silletas, banquitos y ahora con frazadas por las bajas temperaturas de la noche y la madrugada con el fin de “guardar” un lugar para la venta al día siguiente. La “changuita” la realizan unas 10 personas “que se sacrifican” por la suma de 50 pesos.
El precio del lugar vendido parece insignificante, pero si multiplicamos 50 pesos por 10 personas obtenemos 500 pesos por día. Si a estos 500 pesos por día lo volvemos a multiplicar por los cinco días de la semana el dinero sumando es de 2500 pesos y a éste dinero nuevamente lo multiplicamos por las cuatro semanas del mes los “coleros” se alzan con la nada despreciable suma de 10 mil pesos mensuales en total.
Cabe recordar que en enero último, 10 personas fueron detenidas en la sucursal del Nuevo Banco del Chaco ya que impedían el ingreso a quienes se encontraban en la fila debido a que exigían a los vecinos que llegaban al banco a realizar sus trámites habituales que paguen una suma de dinero a cambio de lugares y quienes no accedían eran insultadas y hasta intentaban agredirlas.