Aída: trabajar por la paz es un compromiso ciudadano que se renueva día a día
Durante la tarde del lunes, la intendente Aida Ayala recibió a William Soto Santiago -embajador mundial de Activistas por la Paz- en el marco de su visita a Resistencia con motivo de la muestra “Huellas para no olvidar” que se expone en el Domo del Centenario. Asimismo, el ilustre visitante participará de la inauguración de la Estrella de David que reúne las huellas de la Irene Schwimmer de Korytnicki, sobreviviente de campo de concentración de Auschwitz.
El proyecto “Huellas para no olvidar” es un espacio de reflexión donde convergen autoridades, líderes políticos y sociales, educadores, activistas, con el objetivo de crear conciencia sobre la necesidad de evitar que acontezca otro genocidio en la historia de la humanidad. En ese sentido, la intendente comentó: “Esta muestra es una herramienta para enseñar, prevenir y salvaguardar la memoria” precisó la mandataria comunal poniendo énfasis en el valor de la educación para transmitir valores.
La Embajada de Activistas por la Paz tiene la misión de promover la paz a nivel mundial fortaleciendo los principios de amor por la vida y respeto por la dignidad humana, tolerancia, igualdad, justicia, libertad, fraternidad y ayuda mutua.
ACTIVIDADES Durante su visita a Resistencia, William Soto Santiago participará de las actividades que se realizarán mañana martes 29, en el Domo del centenario: a las 9, proyección de un documental respecto a la temática destinado a estudiantes especialmente convocados para la ocasión; y a las 10, cierre de la muestra “Huellas para no olvidar”. Por otra parte, a las 12, en Plaza 9 de Julio, junto al Monumento al Holocausto será emplazada la Estrella de David con las huellas de Irene Schwimmer de Korytnicki, sobreviviente de la Shoá. Al respecto, la intendente Aida Ayala dijo: “Es un testimonio que nos conmueve y también nos compromete. Trabajar por la paz es un compromiso ciudadano que se renueva cada día”.
IRENE, PRIMERA HUELLA DE LA MEMORIA DE ARGENTINA
Nació en Kosice (Checoslovaquia) a principios del siglo pasado. Judía. En 1944, en el albor de la juventud fue deportada a Hungría y luego trasladada al campo de concentración de Auschwitz. En el brazo izquierdo lleva tatuado A21290, una huella del horror que vivió bajo el régimen nazi. Sobrevivió. “Cada uno quería morir más pronto”, evoca con notable lucidez. Llegó a la Argentina en 1945 y se radicó en Resistencia donde forma su familia y reconstruye su historia. Apela a la memoria como un grito del alma para que nadie olvide ese tiempo de sufrimiento que recuerda con valentía. Su hija escribió el libro “Desnudando mi origen” donde refleja el testimonio de esa herida de la humanidad y los avatares de su vida.