Luego de las críticas, Zdero firmaría el decreto de asueto por el 24 y 31 de diciembre
La inminente decisión del gobernador Leandro Zdero de preparar un nuevo decreto para que no se trabaje ni el 24 ni el 31 de diciembre expone, una vez más, las inconsistencias de su gestión y la falta de previsión en temas que afectan directamente a miles de trabajadores estatales.
Hasta hace apenas unos días, el propio mandatario había firmado un decreto que dejaba afuera el 24, contradiciendo la medida nacional y generando un clima de malestar innecesario. No se trató de un olvido técnico ni de una diferencia administrativa: fue una señal política. Una señal que, tras las críticas generalizadas, ahora intenta corregirse a las apuradas.
Un gobierno que se presenta como ordenado y previsible no puede permitirse decretos contradictorios en cuestiones tan básicas. La improvisación erosiona credibilidad y deja la sensación de que las decisiones se toman mirando encuestas, no planificando políticas.
Mientras la Nación ya había establecido el asueto, la provincia eligió inicialmente un camino distinto, sin explicar razones ni criterios. El resultado fue previsible: enojo, confusión y la percepción de que el gobierno provincial estaba dispuesto a tensar incluso en temas donde no había necesidad de hacerlo.
Ahora, con el decreto “corregido”, el Ejecutivo intenta alinearse con la medida nacional y desactivar el conflicto. Pero el daño simbólico ya está hecho: la marcha atrás confirma que la presión social sigue siendo el único mecanismo que logra ordenar decisiones que deberían nacer ordenadas desde el principio.
En un contexto donde la ciudadanía exige coherencia, sensibilidad y capacidad de gestión, este episodio se convierte en un recordatorio incómodo: no alcanza con rectificar; hace falta gobernar con claridad desde el inicio.