Insólito: a la Policía del Chaco y el Servicio Penitenciario se les volvió a escapar “La Barbi"
Por segunda vez en poco más de un año, Luz Mía Di Battista burló la custodia del Estado. Su nueva fuga, desde la Alcaidía de Villa Barberán, pone en evidencia otra vez a las fuerzas de seguridad que controla el gobierno provincial y que ahora piden ayuda a la gente para encontrarla.
En un hecho insólito y reiterativo que avergüenza a la fuerza pública y deja en evidencia al sistema de seguridad del Chaco, Luz Mía Di Battista, alias "La Barbi", se fugó nuevamente mientras estaba bajo custodia estatal. Esta vez escapó de la Alcaidía de Villa Barberán, dependiente del Servicio Penitenciario Provincial, demostrando que las autoridades no aprendieron absolutamente nada de su espectacular evasión de la Comisaría Primera Metropolitana en noviembre de 2024.
La reiteración del hecho no es una casualidad, sino el síntoma de una gestión negligente y falta de controles mínimos. En su primera fuga, la detenida cortó un candado y escaló un muro mientras un policía la dejaba "entre cinco y diez minutos". Ahora, burló la seguridad de una unidad penitenciaria, supuestamente de mayor resguardo.
La pregunta que exige respuesta es: ¿qué protocolos, si es que existen, fallaron esta vez? La Policía del Chaco, que debió reforzar la vigilancia tras el bochornoso antecedente, vuelve a emitir una alerta reactiva, como si fuera la primera vez, mientras la ciudadanía paga las consecuencias de su incompetencia.
La "Barbi" no es una delincuente menor; su historial incluye robos millonarios a joyerías en Resistencia y, tras su primera fuga, en Paraguay. Su capacidad para evadirse, cruzar fronteras y reincidir habla de una organización que el aparato estatal es incapaz de contener. Cada fuga no solo es un golpe a la credibilidad institucional, sino un mensaje de impunidad para el crimen organizado y un riesgo concreto para la sociedad.
Mientras las autoridades se limitan a pedir "colaboración ciudadana" vía el 911, queda claro que el verdadero problema no es la astucia de una delincuente, sino la ineptitud estructural de quienes tienen el deber de custodiar.