Monseñor Ramón Dus cerró el Año Vocacional 2018 con las parroquias de la arquidiócesis
En la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo, con la Santa Misa concelebrada por el arzobispo de Resistencia, monseñor Ramón Dus, junto a los sacerdotes de la diócesis y la presencia de diáconos, religiosas y religiosos, movimientos eclesiales y laicales y la nutrida participación de agentes de pastoral y de las comunidades parroquiales, la arquidiócesis de Resistencia cerró el primer año dedicado al Año Vocacional, “agradecidos por el año transitado en el que redescubrimos que el Señor nos llama para estar cada vez mas cerca del pueblo amado, celebremos para continuar el camino preparado y comenzar a dar nuevos pasos de la cultura vocacional”, animó el guión
El evento se realizó bajo el lema: “Sí! Demos el paso, Cristo vale la vida”, en las instalaciones del Templo de la parroquia Nuestra Señora del Carmen de Resistencia.
Monseñor Dus – Al inicio celebración “Compartimos la alegría del camino de este año pastoral diocesano, culminando en esta fiesta de Cristo Rey que también tiene un mensaje de misión, de envío para cada uno de nuestras realidades. Le pedimos al Señor renovar esa gracia que nos ha acompañado en este día, que en nuestro corazón también nazca un sentido profundo de gratitud”. Homilía (completo).
Queridos hermanos, queridos hermanos sacerdotes, diáconos, religiosas , religiosos, así hacemos presentes toda esta realidad tan linda y variada que es nuestra iglesia arquidiocesana. En este camino de iglesia que hemos renovado y reflexionado, allá por el mes de agosto, sabiendo de que es “un camino sinodal” que quiere decir un camino juntos para discernir, para también fortalecernos en el camino de discípulos de la misión que Dios nos da.
Hacemos este hito hoy como un balance de este Año Vocacional. Justamente lo que quisiera es sea así como un paso que recogemos las gracias que hemos recibido, también los esfuerzos, las instancias de formación que hemos tenido, tanto el clero como los laicos y los distintos movimientos, también de nuestras comunidades.
Que lindo fue en este año cuando participé de muchas fiestas patronales y escuchar el eco que todos rezábamos juntos, unidos, con el guión simple pero que sin embargo marca también la vivencia y la asunción de este camino pastoral de modo concreto de recordarnos que somos llamados, de recordarnos que también para nosotros, con nuestra vida y con nuestro testimonio y con nuestra palabra somos convocantes y amantes para el seguimiento de Jesús.
Me parece bueno como un signo visible pero también otros que compartiendo la reflexión y poniendo en el centro de nuestra vida de oración de nuestro caminar y esfuerzo descubrir siempre más hondamente nuestra propia vocación, nuestro propio llamado.
Entonces el Año Vocacional tiene este profundo valor de redescrubrirnos como una identidad de discípulos de iglesia que nos necesitamos recíprocamente y que también allí esta nuestra fortaleza en construir, en fortalecer este caminar juntos. Realmente la comunión que pedimos al Señor y que siempre también nuestra alegría vivirla es siempre un paso que tiene su costo que es nuestra entrega, nuestro servicio, nuestra paciencia, nuestra espera, la misericordia de corazón que nos debe inundar siempre para creer en el amor de Dios que es fuerte y convierte nuestro corazón y el de nuestros hermanos, el de nuestra gente, y allí esta nuestra esperanza.
Por eso en este espíritu y en esta Fiesta de Cristo Rey, justamente quisiera unir esta hermosa fiesta del fin del año litúrgico también con este llamado, este espíritu vocacional.
Entonces preparé esto que tomando pié en el Evangelio la pregunta fundamental en San Juan que hemos escuchado, es ¿cómo es que Jesús es Rey?. Se acuerdan ustedes que cuando Jesús multiplicó los panes la multitud quiso hacerlo rey y el huyó a la montaña a orar, porque sintió que era como una tentación ese impulso de la multitud. Pero sin embargo aquí en el episodio que acabamos de oír, antes de morir, cuando va a ser condenado es allí donde sí se reconoce como dice la escritura: Yo soy rey para eso he nacido y he venido al mundo. Jesús el Hijo del Hombre, como dice la profecía de Daniel que hemos escuchado ha nacido entre nosotros para manifestar esta divinidad es rey. En primer lugar Cristo se manifestó Rey no en un ámbito de triunfo de éxito como fue la multiplicación de los panes sino realmente en este momento de entrega, de pasión, de sacrificio, de cruz y de muerte. Entonces Jesús reina desde la cruz como nos revela el evangelio. En la cruz, cuál es el reinado de Jesús, es el testimonio del amor al Padre que el presenta ese es su realeza. Su realeza es esa fidelidad al amor a nosotros a los hombres a la humanidad. En la cruz se manifiesta esa dignidad en el cual nosotros descubrimos que en Jesús, en su entrega en la cruz, queda visible que el amor vence el no amor, vence el odio vence el rechazo, vence el pecado. Desde allí Jesús es Rey.
Recogí esta frase de Francisco que dice: Cristo no es un rey de otro mundo es un Rey de este mundo, pero es un rey de distinto modo como lo podemos concebir. Dice Francisco en una homilía de años atrás: Hay una lógica del mundo que para ser rey, o para tener poder, se apoya en la ambición, en la competición en el combate, en las armas del miedo, en el chantaje en la manipulación de las conciencias. Eso no es rey de este modo y en esta lógica. Sino la lógica de Jesús es la expresión de una humildad en la entrega, de la gratuidad del amor, él se afirma silenciosa y eficazmente en la verdad, en esa verdad que dice, Yo doy testimonio de la verdad y el que es de la Verdad escucha mi voz.
Que significa la verdad de revelarnos el amor del Padre, que nos hace hijos, que nos hace hermanos. Entonces el modo de revelarla es así entregándose en esta lógica de amor hasta la cruz. Esa es la fuerza suya, su justicia que crea la paz entre nosotros.
Jesús no nos domina desde lo alto, ni siquiera también desde una imposición espiritual a nuestras conciencias, sino, Jesús como es que ejerce su amor por nosotros, bien como lo ha recordado ya el papa Benedicto como también Francisco, Jesús revela su realeza atrayéndonos. Y, como nos atrae Jesús?, nos atrae cuando lo contemplamos en este momento de la pasión y de la cruz. San Juan dice: Cuando yo sea elevado, dijo Jesús, atraeré a todos hacia mí. Pero, como es en el fondo su atracción?, es cuando nosotros nos descubrimos en ese gesto de amor de Jesús representados, incluidos, abrazados por este amor. Dice Francisco: Jesús es capaz de atraer a sí a todos el que sepa leer este signo de la cruz. Es decir que por la mediación de la cruz, podemos leer allí nuestra propia vida, nuestros desamparos, nuestras pobrezas, la certeza aún asi de ser pecadores pero de ser amados por Dios.
Realmente frente al gesto de Jesús Rey que se manifiesta en su amor y se manifiesta de esta manera y somos capaces de, ahí reflejamos. Lo que sufro esta en El representado, abrazado, los pecados que he cometido los ha abrazado El, los ha purificado, los ha aniquilado. Ese signo de su presencia de entrega en la cruz, cuando me atrae es Jesús que realmente ejerce su dominio, del poder de su amor sobre nosotros.
La cruz es el signo paradógico de su realeza porque es la victoria del amor del Padre sobre todo lo que atenta a todo amor y lo que atenta a la vida. Por eso cuando Jesús se aparece a los apóstoles le dice: Todo poder se me ha dado en el cielo y en la tierra, por lo tanto, vayan y hagan discípulos a todas las naciones. El dominio, el poder de Jesús, su realeza se ejerce porque el amor a través de Él triunfa siempre. Su misericordia es la que rescata y salva al mundo.
Para nosotros, qué significa específicamente creer en Jesús Rey del Universo. Cristo Rey Resucitado, Hijo de hombre resucitado. Significa que Dios debería estar al centro de toda realidad, es hoy y que me concierne. Dios con su reino se asienta en medio de nosotros cuando le damos espacio, y ese es el llamado, la vocación primera que tenemos a descubrir a este Dios que nos ha hecho a todos parte miembro ciudadanos de este reino que se abre paso cuando nos dejamos atraer por su amor y nosotros también vamos confiando el modo de ser y la lógica de amar que tiene Jesús que nos presenta el evangelio. Jesús es rey porque da testimonio de esta verdad del amor del Padre y de su amor por nosotros. En otros términos el Reino de Cristo se hace presente en la medida en que nosotros seres humanos creemos, aceptamos, recibimos esa paternidad de Dios que nos hace hijos, que también nos descubre fraternos, hermanos.
Este es el modo y la fuerza de este reinado de Dios entre nosotros. Nosotros nos sentimos parte de este reino de Dios porque Jesús nos conduce a él. Un teólogo en su reflexión, dice: La vocación del mundo en el cual vivimos es el Reino de Dios.
Esta Fiesta de Cristo Rey nos habla profundamente de esta vocación, nuestro mundo tiene este llamado de Dios, este destino final de ser reino suyo, y ese reino suyo es por la obra de Jesús pero también por nuestra tarea, por nuestro compromiso, por nuestra parte. Ese reino de Dios está, como dice San Lucas cuando los fariseos le preguntan, como es que va a venir el reino de Dios, Jesús les dice que el reino de Dios no se busca ni acá ni allá en un lugar específico, porque el reino de Dios está entre ustedes.
La frase se puede traducir en ustedes, está en medio de ustedes. Es la frase central, justamente el Reino de Dios se hace presente entre nosotros. Quiere decir no es un lugar, no es algo a conquistar como para alcanzar, sino realmente es una situación, es un modo de vida en el cual vivimos estas exigencias y esta lógica que Jesús nos mostró.
Dos cosas, el reino de Dios entre nosotros es una presencia que debemos custodiar siempre. Esta el reino entre nosotros cuando Jesús esta entre nosotros. Pero como esta Jesús entre nosotros, cuando entre nosotros triunfa la fraternidad, triunfa la verdad sobre la mentira, triunfa los vínculos que nos une y también nos identifica. Esa presencia de Jesús se custodia, y se custodia a través de su palabra, escuchándolo compartiendo el Pan de Vida, sobre todo amando con una actitud de servicio. Es una presencia a custodiar. También el Reino de Dios es una tarea a realizar nosotros mismos junto con Jesús. Dice el Papa Francisco en la Evangelii Gaudium: Nuestra esperanza es una búsqueda del reino que siempre debe generar historia, transforma la historia. Nuestra verdadera esperanza cristiana busca el reino y siempre genera la historia. Por lo tanto nuestra vida, nuestra respuesta a esta vocación cristiana en medio del mundo es hacer presente por una parte a Jesús entre nosotros como iglesia, y por otra parte a extender los límites de su reino con nuestra tarea y nuestro esfuerzo personal. Ahí viene nuestro compromiso propio, vocacional, de personas individuales, como comunidad, es esta tarea que nos exige la vida y el servicio.
Concluyo con esta frase que dice Francisco: En las sagradas escrituras queda muy claro que la propuesta del evangelio no es solo una relación con Dios, personal únicamente. Nuestra respuesta de amor tampoco hacia Dios puede entenderse como la suma de pequeños actos personales dirigidos a individuos necesitados, que a veces podría ser como una caridad a la carta, o sea una caridad así ocacional. Nuestra respuesta a Dios no es una serie de acciones pendientes para que tranquilice nuestra conciencia, la propuesta del evangelio es el Reino de Dios y se trata de amar a Dios que reina en el mundo en la medida en que Él logre reinar entre nosotros, por eso decíamos esta condición de custodiar esta presencia primero.
La propuesta del evangelio es el Reino de Dios, y se trata de amar a Dios que reina en el mundo. En la medida en que El logre reinar entre nosotros la vida social será un ámbito de fraternidad, de justicia, de paz, de dignidad para todos. Si Dios está entre nosotros también los efectos de su presencia se deben hacer sentir. Entonces dice, tanto el anuncio como la experiencia cristiana tiene que provocar siempre consecuencias sociales, esa es nuestra tarea, hacer presente visiblemente los valores de este reino que Jesús vino a anunciar. Entonces dice, solo así buscamos su reino, solo así el proyecto de Jesús se realiza, que es madurar en medio del mundo el reino de su padre. Por eso decimos, Jesús no es un rey de otro mundo, es un rey de este mundo, que justamente porque es Hijo de Hombre que compartió nuestra dignidad y nuestra realidad humana también transforma esta realidad humana personal, comunitaria y social.
Digo, estos aspectos me parecía que es central con estas palabras de Francisco que podamos también nosotros renovar este espíritu del camino pastoral que estamos haciendo impulsados a un mayor compromiso en el cual la exigencia es reforzar nuestros vínculos como iglesia como comunidades también como instancias dentro de nuestra misma iglesia diocesana y creer con este manto esta realidad de la verdad de Jesús que nos hace parte de su reino que se es testigo verdadero de la presencia del reino de Dios cuando hacemos triunfar en nosotros la misericordia hacia los hermanos porque se despliega como gratitud de la misericordia que todos recibimos y desde allí nuestro compromiso de creer también en la posibilidad de los otros que pueden cambiar y también testimoniar así auténticamente la familia cristiana y la presencia de Jesús. Entonces, sí, nuestras vocaciones cada uno en particular como que se ilumina también encuentren el camino de ejercer y de testimoniar lo mas profundo que tenemos nuestro servicio nuestra entrega la esperanza en los otros también un mensaje abierto hacia todos. Eso es lo que nos abre realmente como una iglesia misionera testigos de la presencia de Jesús.
Termino con esto, el Papa Francisco esta preparando para el año que viene en octubre un Mes Extraordinario de la Misión, quiere decir que también que en esta realidad que somos una iglesia congregada en la misericordia de Dios fortalecida por esa misericordia de Dios también quiere anunciar al mundo esa presencia de Dios que sana, que alegra, que acompaña que abre la posibilidad de un nuevo camino de una redención y de un cambio propio y comunitario.
Le pedimos al Señor en este día que nos renueve como iglesia que nos de la alegría de sentirnos parte de este caminar juntos en este tiempo difícil con tantos desafíos pero que también nos entusiasma para ser y, como que nos fuerza a ser más auténticos y coherentes con lo que decimos que somos. Que el Señor con su gracia no haga testigos de su reino también fecundos anunciadores de su misericordia.-