Será mamá con su esposa dos meses después de defender a Argentina en los Juegos Olímpicos
Se levanta cada mañana, entrena de 8 a 10.30 y luego se va a la oficina, donde cumple su labor hasta bien entrada la tarde. Hasta aquí se podría estar hablando de una rutina normal de cualquier persona que vive el día a día inmersa en la vorágine cotidiana
Pero esta historia no sería tal si no se tratase de la arquera de la Selección argentina de handball, que jugará por primera en vez en la historia un Juego Olímpico dentro de poco menos de tres meses.
Con 36 años, Valentina Kogan cumplió hace poco más de uno el sueño de todo deportista: clasificó junto a la Selección a lo que será la primera competencia olímpica de la disciplina en la historia. Fue en los Juegos Panamericanos de Toronto del año pasado donde La Garra (así se conoce al equipo) consiguió el ansiado pasaje tras vencer a México y sumarse a Brasil, país anfitrión, como representantes del continente en Río.
"Fue hermoso. Realmente increíble. Fue una especie de clasificación épica por cómo se dieron las cosas. El 2015 fue un año intenso, se vivió de una manera muy especial por el grupo. Y con el tiempo es que tomás dimensión de todo lo que tuviste que cargar", relata Kogan desde su oficina en el Club de Corredores en diálogo telefónico con minutouno.com.
"Había muchas ganas pero nada estaba dicho. Había que definirlo en Toronto y nos sentimos casi afuera cuando perdimos con Cuba. Haberlo conseguido fue cumplir un sueño, fue realizarse, fue una alegría enorme y de mucha emoción", relata la histórica arquera de la Selección dirigida por Eduardo Peruchena, que en los Juegos compartirá el Grupo B con Holanda, Rusia, Suecia, Francia y Corea del Sur.
A la hora de mirar para adelante y aventurar con los objetivos en Río, Valentina habla como una verdadera líder. "Sabemos que podemos jugar de igual a igual con los grandes. En algún momento tenemos que dar el batacazo de no quedarnos con eso y terminar ganando. Ése seria el paso que nos falta dar y que vamos a dar tarde o temprano. Tal vez pensar en una clasificación a segunda ronda es muy ambicioso, pero vamos partido a partido", manifiesta.
Kogan eligió, según cuenta, "tener una profesión al margen del handball", con la que combina el duro entrenamiento que todo deportista de alto rendimiento debe practicar. Igualmente (y siempre que puede) intenta ir a cenar, hacer planes con amigos o salir con Carolina, su pareja.
MUCHO MÁS QUE DOS
En octubre de 2013, Valentina selló su amor y, gracias a la ley de matrimonio igualitario, pudo casarse con Carolina, con quien un año después comenzó a edificar otro sueño: el de ser mamá.
"Fue algo que encaramos con averiguaciones, hicimos un tratamiento de fertilización in vitro. No sabíamos mucho al respecto así que tuvimos reuniones, nos familiarizamos, vimos qué estudios había que hacer y decidimos darle para adelante", confiesa. Valentina supo que iba a cumplir sus dos grandes sueños en apenas unos meses
Pero claro, la vida del deportista de alto rendimiento obligó a Valentina y Carolina a intentar combinar el calendario para vivir su maternidad a pleno, algo que, según cuenta entre risas, no pudieron lograr: "Cuando hicimos todo y vimos los tiempos, calculamos con el calendario para hacer el procedimiento, pero como no quedamos la primera vez, los tiempos se nos fueron al carajo. Ahí dijimos 'esto no es tan fácil'. Y finalmente llegó en la tercera oportunidad".
Y la alegría por la noticia llegó por partida doble: pronto se enteraron que Carolina estaba embarazada de mellizos (una nena y un nene) y que la fecha de parto estaba pautada para octubre. Es decir, apenas dos meses después de los Juegos Olímpicos. Valentina Kogan supo en ese entonces que iba a cumplir sus dos grandes sueños en apenas unos meses.
Hoy Carolina lleva cuatro meses de embarazo, por lo que los planes reservados con antelación de ir a ver a su pareja a la cita olímpica quedaron casi descartados. "Caro tenía todo para viajar: pasajes, entradas, hotel. Pero va a estar de siete meses así que es muy probable que no pueda estar", se lamenta EL RETIRO
La emoción que significó enterarse de semejante noticia terminó de volcar la balanza para que Kogan tomara una decisión que ya tenía, según cuenta, casi decidida. Es por que eso que Brasil será testigo de su última función vistiendo la celeste y blanca.
"Lo tengo decidido, después de Rio me retiro de la Selección. Voy a seguir jugando en el club (VILO) hasta fin de año y después evaluaré cómo sigo", asegura.
Se vendrán meses de incertidumbre, ansiedad y nervios en la vida de una Valentina Kogan que mezclará la expectativa deportiva con la responsabilidad que significa algo tan importante como ser mamá.
Río de Janeiro marcará el punto final de su enorme carrera en la Selección, pero seguramente abrirá un nuevo párrafo repleto de felicidad en lo personal. Allí, tras dejar la celeste y blanca lo más alto posible, no necesitará una medalla de oro o un triunfo resonante para saber que el objetivo está cumplido. En la mirada de sus hijos, que esperan para salir a la vida, habrá conseguido su mejor victoria.