El martes 9 a la hora 21, a casi un año y medio de su muerte, el Centro Cultural Ercilio Castillo va a recordar a Coco Barreda, tal como solía andar: enfundado en su eterno traje de ejecutivo (de mentirita) y la informalidad constante de su formal presencia y contundente amistad
Cada vez que nos veíamos, rememorábamos pasado y presente, y en especial, aquel cortometraje realizado el año 1991, que ahora nos permitirá re-encontrarnos (digitalización mediante) y revivir con los delirios del narrador y las desventuras del maltratado Rigoletto de aquella versión de “El Jorobadito”, adaptación para el teatro de uno de los primeros cuentos de Roberto Arlt.
Con un grupo de actores del Teatro Universitario, Coco Barreda había encarado la dirección de esa obra y los descubrí en pleno ensayo a él y a Gerardo Short, justamente el día que había decidido hacer unas tomas a otro amigo “viajero” sin retorno, el tenor y flautista Dante Valledor (esas tomas las veremos el martes siguiente, 16 de junio, en el homenaje al recordado músico, junto al conjunto de vientos del Instituto Superior de Música del Chaco.
Con las vicisitudes propias de quien filma lo que hay, cuando hay y como puede –modalidad de trabajo que me sigue generando grandes apuretes, por lo general, pero un inmenso placer al ir resolviendo las cosas sobre la marcha y unir “pedacitos de vida”, como permite hacer el cine y el video– me percaté en seguida que registrar esas escenas sería una buena opción de diversión y a la vez, de documentación acerca del patrimonio cultural del Chaco. Coco y Gerardo sintieron lo mismo, seguramente, y siguieron el juego.
En ese mismo momento me encontré registrando imágenes reflejadas en la vidriera del bar, que se multiplicaban en idas y vueltas de los mismos vehículos y peatones que circulaban por calle Arturo Illia ese día y que contribuyeron a crear la atmósfera de irrealidad y confusión que pretendí imprimir a la historia que protagonizaban los actores.
Había parlamentos fieles al texto de Art, pero espontáneos y sinceros, en un clima que compartían los parroquianos presentes en ese momento; y mucha improvisación, risotadas de Coco incluidas.
Después de esa primera vez, hubo varias más para completar el trabajo: algunas sesiones las hicimos en la casa de Gisela Gerzel, una de las actrices, y en los patios de la Universidad del Nordeste. Para las escenas clave, utilizamos el sótano-vestuario ubicado bajo el escenario del salón de actos de la UNNE, donde se formó Coco y tantos otros teatreros de ley del Chaco. Terminado el video, lo exhibimos en el Centro Cultural
“Marechal”, y Coco quedó conforme con aquella versión, que según me comentaba en nuestros encuentros, solía compartirlas con sus alumnos de teatro. Conservo la filmación hecha, por supuesto. Un lindo recuerdo de Coco y de Gerardo, especialmente, con quienes nos seguimos viendo en distintas circunstancias después. En el acto de homenaje a Coco que haremos en el Centro Cultural Ercilio Castillo, exhibiremos ese trabajo y juntaremos a sus amigos y colegas, incluyendo esos “amigos y hermanos de los Red Star´s” que lo siguen extrañando y espero que se notifiquen a tiempo.
Este homenaje se sumará a los que ya hemos realizado este año a otros gestores culturales, todos amigos de Coco: Ercilio Castillo, Aledo Luis Meloni, Alfredo Veiravé , Crisanto Domínguez, Yolanda de Elizondo y Coro Polifónico, Chichín Obal. Será esta una manera de poder reconectarnos con Coco, y seguramente con Marta, que se adelantó en el viaje sin pasaje de vuelta, pero que debe estar haciendo balances en algún lugar. Foto archivo. Ramón "Coco" Barreda recibiendo distinción en el año 2009.