80 años del 17 de Octubre: la lealtad como destino colectivo
Hace ochenta años, el pueblo argentino protagonizó uno de los hechos políticos más trascendentes de nuestra historia. Aquel 17 de octubre de 1945, miles de trabajadores y trabajadoras marcharon desde los barrios, las fábricas y los pueblos para reclamar la libertad de Juan Domingo Perón. No lo hicieron por consigna ni por cálculo: lo hicieron por convicción. Ese día nació un vínculo indestructible entre el pueblo y su conductor, entre la causa nacional y el destino colectivo. Nació el peronismo como movimiento histórico, como doctrina social y como esperanza de justicia.
El 17 de octubre no fue un milagro, fue una consecuencia. Fue la expresión de una Argentina que se reconocía en su pueblo trabajador y que, por primera vez, ponía en el centro de la escena política los derechos sociales, la independencia económica y la soberanía política. Desde entonces, la lealtad no se mide por obediencia sino por compromiso con los más humildes, con la Patria y con la verdad.
Hoy, ochenta años después, esa lealtad vuelve a interpelarnos. La Argentina enfrenta una crisis profunda que amenaza con destruir su tejido social y su soberanía económica, no es la primera que promueve la oligarquía, pero debemos reconstruirnos para que sea la última. Las políticas de exclusión, endeudamiento y concentración del poder y la riqueza que impulsan el gobierno nacional y sus aliados provinciales solo profundizan la desigualdad y el sufrimiento del pueblo. Por eso, el peronismo tiene el deber histórico de volver a organizar la esperanza.
El próximo 26 de octubre no es solo una fecha electoral: es una oportunidad para reafirmar el camino de la justicia social y reconstruir el vínculo con nuestra gente. Debemos fortalecer al peronismo como movimiento político, social y cultural, revitalizar nuestras estructuras, consolidar nuestros cuadros, reconstruir nuestra territorialidad y promover la unidad de todos los sectores del campo popular. Porque no hay peronismo sin organización, y no hay organización sin territorio ni participación.
Nuestra tarea inmediata es la recuperación del gobierno en 2027. No como un fin en sí mismo, sino como una herramienta para transformar la realidad. Para volver a poner en marcha un proyecto nacional con inclusión, producción, trabajo y desarrollo. Un proyecto que garantice la paz en tiempos de guerra y el trabajo humano en tiempos de inteligencia artificial.
La humanidad vive una etapa de cambios vertiginosos. La revolución tecnológica redefine las formas de producción y empleo; los conflictos bélicos amenazan la convivencia global; la desigualdad social y la crisis ambiental ponen en riesgo el futuro común. En ese contexto, el peronismo tiene un papel esencial: construir una Argentina que lidere desde la justicia social, que defienda la paz mundial, que promueva la ciencia y la tecnología al servicio del hombre y no del mercado.
Como hace ochenta años, nuestra lealtad sigue siendo con el pueblo. Porque el peronismo no nació para ser oposición permanente, sino para gobernar con amor, con justicia y con dignidad. Hoy, más que nunca, debemos reafirmar esa lealtad que nos une y nos define: lealtad al pueblo trabajador, lealtad a la Patria y lealtad a la causa peronista.
El 17 de octubre no es una fecha del pasado. Es una bandera que nos convoca al futuro. Y el futuro, como siempre, será peronista.