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Por el Padre D. Benitez
Sábado, 1 de junio de 2013
Jesús es Pan
Queridos lectores, les acerco una reflexión desde el niño que fui y el adulto que soy como sacerdote y siempre discípulo de Jesús y cristiano en la lucha diaria…hoy festejamos la fiesta de CorpusCristi y lo que comparto con uds es en honor de seguir viviendo con alegría el sacramento de nuestra Fe…

Es muy difícil no caer en la tentación de decir sobre la eucaristía lo políticamente correcto y dispensarnos de un verdadero análisis del sacramento más importante de nuestra fe. Son tantos los aspectos que habría que analizar, y tantas las desviaciones que hay que corregir, que solo el tener que planteármelo, me asusta. Hemos tergiversado hasta tal punto el mensaje del evangelio, que lo hemos convertido en algo totalmente ineficaz para una verdadera vida espiritual.

En una tribu primitiva, el más espabilado descubrió un día la manera de hacer fuego. El inventor quiso hacer partícipes a otras tribus de las enormes ventajas que la manipulación del fuego podía reportar. Cogió los bártulos y se fue a la tribu más cercana. Reunió a la comunidad y les explicó la manera de hacer fuego y como se podía utilizar para mejorar la calidad de vida. La gente se quedó admirada al ver aparecer el fuego. Les dejó los instrumentos de hacer fuego y se volvió a su tribu.

Unos años después, volvió a la aldea. Cuando lo vieron llegar, todos mostraban su alegría y le condujeron a una pequeña colina apartada del poblado. Allí habían construído un hermoso monumento, donde habían colocado los instrumentos de hacer fuego. Toda la tribu se reunía allí, para adorar aquellos instrumentos tan maravillosos. Pero... ni rastro de fuego en toda la aldea. Su vida seguía exactamente igual que antes. Ninguna ventaja habían extraído del fuego.

Lo último que se le hubiera ocurrido a Jesús, es pedir que los demás seres humanos se pusieran de rodillas ante él. Él sí se arrodilló ante sus discípulos para lavarles los pies; y al terminar esa tarea de esclavos, les dijo: "vosotros me llamáis el Maestro y el Señor. Pues si yo, el Maestro y el Señor os he lavado los pies, vosotros tenéis que hacer los mismo". Esa lección nunca nos ha interesado. Es más cómodo convertirle en objeto de adoración, que imitarle en el servicio y la disponibilidad para con todos los hombres.

Hemos convertido la eucaristía en un rito puramente cultual. En la mayoría de los casos no es más que una pesada obligación que, si pudiéramos, nos quitaríamos de encima. Se ha convertido en una ceremonia rutinaria, que demuestra la falta absoluta de convicción y compromiso. La eucaristía era para las primeras comunidades el acto más subversivo que nos podamos imaginar. Los cristianos que la celebraban se sentían comprometidos a vivir lo que el sacramento significaba. Eran conscientes de que recordaban lo que Jesús había sido durante su vida y se comprometían a vivir como él vivió.



El Pan partido y preparado para ser comido, es el signo de lo que fue Jesús toda su vida. El signo no está en el pan como cosa, sino en el hecho de que está partido y re-partido, es decir en la disponibilidad en la que se encuentra para poder ser comido. Jesús estuvo siempre preparado para que todo el que se acercara a él pudiera hacer suyo todo lo que él era. Se dejó partir, se dejó comer, se dejó asimilar; aunque esa actitud tuvo como consecuencia última que fuera aniquilado por los oficiales de su religión.

La sangre derramada. Es muy importante tomar conciencia de que para los judíos, la sangre era la vida misma. Con esta perspectiva, está haciendo alusión a la vida de Jesús que estuvo siempre a disposición de los demás. No es la muerte la que nos salva, sino su vida humana que estuvo siempre disponible para todo el que lo necesitaba



El primero y principal objetivo al celebrar este sacramento, es tomar conciencia de la realidad divina en nosotros. Pero esa toma de conciencia tiene que llevarnos a vivir esa misma realidad como la vivió Jesús. Toda celebración que no alcance, aunque sea mínimamente, este objetivo, se convierte en completamente inútil. Celebrar la eucaristía pensando que me añadirá algo (gracia) automáticamente, sin exigirme la entrega al servicio de los demás, no es más que un autoengaño.

En la eucaristía se concentra todo el mensaje de Jesús, que es el AMOR. El Amor que es Dios manifestado en el don de sí mismo que hizo Jesús durante su vida. Esto soy yo: don total, amor total, sin límites. Al comer el pan y beber el vino consagrados, estoy completando el signo. Lo que quiere decir es que hago mía su vida y me comprometo a identificarme con lo que fue e hizo Jesús, y a ser y hacer yo lo mismo.

El pan que me da la Vida no es el pan que como, sino el pan en que me convierto cuando me doy. Soy cristiano, no cuando "como a Jesús", sino cuando me dejo comer, como hizo él.

. Solo cuando hayamos descubierto nuestro verdadero ser, descubriremosnuestra falsa religiosidad que solo pretende acrecentar el yo dejando de lado el Reino, el evangelio.

La comunión no tiene ningún valor si la desligamos de signo sacramental. El gesto de comer el pan y beber el vino consagrados es el signo de nuestra aceptación de lo que significa el sacramento. Comulgar significa el compromiso de hacer nuestro todo lo que ES Jesús. Significa que, como él, soy capaz de entregar mi vida por los demás, no muriendo, sino estando siempre disponible para todo aquel que me pueda necesitar.

Todas las muestras de respeto hacia las especies consagradas están muy bien. Pero arrodillarse ante el Santísimo y seguir despreciando o ignorando al prójimo, es un sarcasmo. Si en nuestra vida no reflejamos la actitud de Jesús, la celebración de la eucaristía seguirá siendo magia barata para tranquilizar nuestra conciencia. A Jesús hay que descubrirlo en todo aquel que espera algo de nosotros, en todo aquél a quien puedo ayudar a ser él mismo, sabiendo.


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