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Salvador Cuño
Miércoles, 28 de octubre de 2015
La conducta de los niños
Debemos definir conducta como el porte o manera con que los hombres gobierna su vida y dirigen sus acciones y disciplina: a la capacidad desarrollada por el ser humano a gobernarse a si mismo, dentro de las pautas sociales existentes.


La violencia nace con el ser humano, como instinto de conservación de nuestra naturaleza animal que ha evolucionado a través de los siglos. Hemos aprendido a relacionarnos y competir sanamente por nuestras necesidades de supervivencia, pero humanamente.
Como pasa con los animales, los padres humanos garantizan la supervivencia de sus crías a través de la las funciones nutritivas (alimento, abrigo, amor y protección). Los padres dan y los hijos reciben y obedecen hasta que son capaces de valerse por sí mismos, luego de un largo trabajo educativo-formativo.. Es incuestionable el liderazgo de los padres durante la infancia.
Pero el ser humano también necesita una adecuada y equilibrada proporción de funciones normativas (reglas, normas, leyes y limites), compatibles y coordinadas por ambos padres, en un marco de tolerancia, respeto y amor, logrando desarrollar un gran vinculo afectivo necesario para poder trasmitir conocimientos, valores y conductas necesarias para la convivencia en sociedad.
Lo primero que se debe hacer es establecer la jerarquía familiar. Más que nunca, los padres deben estar unidos, apoyándose el uno al otro, no del lado del hijo "tirano". Si los hijos ejercen el poder y la autoridad, se invierte la pirámide y se altera la dinámica y función familiar.
Los niños desarrollan su conducta del modo en que aprenden a satisfacer sus deseos y a elaborar sus frustraciones de lo no logrado. Desde temprana edad, con el famoso berrinche, comienzan a probar la fuerza de su poder. Si el berrinche da buen resultado logrando que los padres lo complazcan, él aprenderá que con la queja, el enojo y el llanto se puede dominar al entorno familiar o social. Su conducta va a ser caracterizada por la arrogancia, autoritarismo y despotismo. Si por el contrario, los padres logran imponer el orden establecido en el hogar, logrando que el niño pueda expresar sus deseos con palabras y comprender o cumplir las directivas impuestas, elaborando la frustración de sus deseos no satisfechos, podrá incorporar conductas adecuadas de respeto, tolerancia y sumisión bajo la protección y amor de sus padres. Es necesaria la adecuada proporción de acciones nutritivas y normativas para lograr el proceso de socialización del niño.
Ahora, si no se logra establecer una adecuada función familiar es necesario pedir ayuda. No se trata aquí de culpar a los padres, sino de fortalecer la dinámica familiar y orientación para salir favorecidos de la situación y que no se vuelva a repetir conductas violentas en el futuro. estas conductas
Se debe trabajar con los padres y sensibilizarlos para que cuando digan un NO a su hijo/a no se sientan culpables. La culpa hay que sentirla cuando corresponda ; por ejemplo, es lógico si se causa daño a algo o alguien, pero no es lógico si le negamos a un hijo una golosina antes de cenar o limitamos el horario de salida por no haber cumplido con sus tareas o la hora de llegada pactada con él o ella el día anterior.
ESTABLECER LÍMITES: Nadie nace sabiendo cómo educar a los hijos; Por ello se aprende a ser padres siguiendo los modelos de las familias de origen, actualizados en forma y tiempo. Está demostrado que los padres que tienen más problemas son las que no han establecido los límites con más claridad e insistencia. Los límites establecidos con amor, dan seguridad al niño .
REFORZAR LA CONDUCTA: Por el contrario, cuando haya un comportamiento positivo por parte del niño, hay que prestar atención inmediatamente y premiarlo. El mejor premio para un hijo es una abrazo y la mirada cariñosa de sus padres.
Lo que realmente afecta la aplicación adecuada de las normas familiares, es la gran tolerancia social a las trasgresiones, la gran diversidad de modos y maneras de comportarse, la gran cantidad de medios de comunicación imposible de controlar y que sirven de modelos educativos para nuestros niños y adolescentes. A los padres les es muy difícil luchar contra un modelo social que invade su privacidad y su autoridad dentro del hogar.
El proceso de actualización de las normas y modos aprendidos en nuestra historia familiar es muy difícil, dada la gran velocidad de cambio y nuevos modelos que observamos en este siglo XXI.

DR. SALVADOR E. CUÑO



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