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CASO TATIANA
Viernes, 29 de agosto de 2014
Detrás del crimen de Tatiana “hay un guante blanco”, advirtió Cabeza desde la cárcel
Mientras el juicio oral que se sigue en su contra entra la semana que viene en las instancias finales (ver página 40), Juan Ernesto Cabeza, acusado por el aberrante crimen de Tatiana Kolodziey, insistió en que es inocente y cuestionó duramente la investigación del caso, apuntando directamente al fiscal Federal, Patricio Sabadini, quien tuvo a su cargo las primeras instrucciones. “Acá hay un guante blanco, gente muy de arriba”, advirtió el imputado que lanzó sospechas en torno al por entonces novio de la víctima, Arnaldo Enciso, para señalar que la causa cayó sobre él solo por “mis antecedentes”.

Cabeza ya había declarado ante el tribunal que lo juzga en la Cámara Primera en los Criminal, pero ahora decidió cambiar su estrategia y por primera vez habló desde la Alcaidía de Resistencia, donde se encuentra detenido. NORTE accedió a la charla que se desarrolló reja de por medio en el sector de visitas, y sin la posibilidad de registrar imágenes.
Juan Ernesto Cabeza habló por primera vez desde la cárcel, en momentos en que se define su futuro en el juicio oral por el crimen de Tatiana Kolodziey.

Es complicado encarar el tema, por lo que se lo pregunto directamente: ¿usted mató a Tatiana?

-No, de ninguna manera.



¿Por qué entonces se encuentra en esta situación?

-Por los antecedentes que tengo, y por haber estado manejando un vehículo cuando yo sabía que lo tenía prohibido. Ahora se ensañan conmigo, pero no están investigando en profundidad qué pasó con esta chica… ¿qué es lo que le pasó? ¿por qué?



¿Conocía la Tatiana?

-Yo no la conocía de ninguna parte. Ni a ella, ni a su familia, a nadie.



¿Cómo fue esa noche del 20 de octubre de 2012? ¿Qué hizo usted?

-Yo venía de un par de viajes esa noche hasta que se rompió el acelerador del coche, por lo que fue el dueño (al que Cabeza alquilaba el rodado) quien me auxilió. Después me fui a casa a cambiarme y volví a la base con el auto arreglado.



¿Podía usar el auto toda la noche?

-Sí, yo lo tenía a cargo al auto, por eso lo podía manejar hasta cualquier hora, y cuando terminaba lo dejaba afuera de la casa del dueño.



¿Cómo le asignan el viaje de Tatiana?

-Estaba en la base y la operadora, que está en un escritorio desde el cual no nos veía a los choferes porque estaba tapado, preguntó “¿el que sigue?”. Entonces me levanté y le dije “móvil 41”. O sea, yo salgo debidamente identificado. Tenía que ir hasta Arturo Illia 1635 y preguntar por “Colo”.

Fui por avenida 9 de Julio y doblé por calle 10, cuando noté que se encendió mi teléfono, pero no le presté mayor atención ya que nunca solía hablar mientras conducía, además no sabía usar muy bien el celular, me lo había reglado la esposa de Jorge (Rosa) y lo usaba casi siempre para comunicarme con ellos nomás.

Cuando estoy llegando a la dirección desde donde solicitaron el remis, la veo a esta chica (Tatiana) que estaba en la puerta, me hace una seña para que espere y se mete a la casa. En ese rato abrí el celular y vi que era un mensaje de mi amiga, ‘la Gringa’ (Constanza Leyes). Entonces decidí llamarla. Justo la pasajera sube, mientras se acomodaba le pregunté si podía finalizar la llamada que estaba haciendo y me dijo que si, que no había problemas. Por eso es importante esa llamada, porque se debería escuchar la voz de Tatiana. Le dije a ‘la Gringa’ que terminaba de llevar a una pasajera y me iba a buscarla, y arranqué.

Tatiana se sentó en el medio del asiento de atrás y me iba guiando, porque yo no ubicaba todas las calles. Llegamos a una casa, me pidió que frene y que la “espere un momento”. Le dije ‘si, señora’, y se dio vuelta y me aclaró “yo no soy señora, esta es la casa de mi novio”, aunque en si no me llamó la atención.

Esperándola en el auto vi que golpeó la puerta de un garaje del cual salió una señora bajita, que después supe que era la suegra, que empezó a los gritos… le recriminaba cosas como haber llegado a esa hora y hasta que por culpa de ella su hijo se separó de su mujer.

Mientras esperaba, habrán pasado como 10 minutos, se volvió a encender mi celular, y cuando me fijé era otra vez ‘la Gringa’. La volví a llamar para explicarle que aún estaba trabajando, y me dijo que no la llamara más porque le gastaba su crédito, que cuando termine vaya y le mande un mensaje cuando estuviera cerca de la casa.



¿Cuánto tiempo esperó?

En total habré esperado como 45 minutos. Tatiana subió por el lado izquierdo y de nuevo se sentó en el medio otra vez. Me pidió que volvamos, pero cuando íbamos por Castelli y llegábamos a avenida Chaco, cambió de idea y dijo que demos la vuelta y regresemos.

Cuando estábamos llegando a la casa de su novio, aprovechando que en frente hay un maxi quiosco, le pregunté si me permitía bajar a comprar cigarrillos y una gaseosa, y no tuvo problemas. Cuando volví al auto, me hizo estacionar a una cuadra, mirando hacia la casa. Ella seguía sentada en medio, mirando.



¿Le llamó la atención la conducta de la joven?

Sí, no entendía por qué quería esperar tanto. Hasta le pregunté si ela pensaba que su novio se estaba escondiendo, pero me dijo que no porque la camioneta no estaba. Seguimos esperando un rato, me fumé varios cigarrillos y me tomé toda la gaseosa.



¿Y fueron a algún lugar más?

No, me preguntó “cuánto es”. Le dije 35 pesos y m pasó la plata justa. Me pidió que pasara nuevamente frente a la casa, ahí estacioné y ella se bajó. No presté mayor atención.



¿No la vio más?

No, me fui otra vez a la base. Como había varios choferes esperando, pensé que iba a haber mucha demora por lo que decidí irme a ver a ‘la Gringa’.



¿Qué hora era?

Ya después de las cuatro. Pero no la encontré a mi amiga, posiblemente ya estaba durmiendo, por lo que decidí nomas volver a trabajar.



Pasaron varias horas desde que usted dice que dejó a Tatiana ¿Cómo lo encontró la policía?

-La policía cuando determina que desde el teléfono de su casa llamaron a la remisería, preguntaron quién había hecho el viaje y les dijeron “el móvil 41”. No era algo difícil. Yo estaba haciendo mis actividades normales. Esa mañana primero lavé el auto en la esquina de Casa de Gobierno, con un amigo que también estuvo preso. Después me fui a lo de Sena (el dueño del auto) para revisar el tema de la temperatura. Cuando salgo de su casa, voy por calle 23 doblo y llego a Edison, y ahí se me acerca una camioneta gris con mucha gente adentro, como ocho. Me hacen señas para que pare, y freno. Bajó una chica que se me acerca y pregunta “¿usted es Juan Ernesto Cabeza?”, dije que si, y me dicen que descienda, que era la policía.

Se me acercaron más personas, entre ellas uno de apellido (César) Peón que después me enteré que era el jefe de Investigaciones. Me preguntó si yo hice un viaje a tal domicilio (el de Tatiana), le dije que si, y me dijo que esa pasajera estaba desaparecida. Le aclaré rápidamente que yo no sabía nada, que la llevé hasta donde me pidió y se bajó, pero igualmente me dijeron que tenía que ir hasta Investigaciones. Fui manejando, y Peón iba conmigo. En ningún momento me dijeron que estaba detenido ni nada.



Usted denunció que lo torturaron en Investigaciones

-Sí. Primero me hicieron ir a hacer una revisión, después me llevaron nuevamente a la unidad y me tuvieron en un calabozo donde me habían dicho que iba a tener que esperar un rato, hasta que me sacaron y me llevaron a una oficina donde me torturaron.



¿Qué le hicieron?

-Me golpearon, me pegaban trompadas, tenía las manos esposadas a la espalda y me taparon los ojos con mi remera. Les decía que no podía decirles nada, que no sabía. Me tenían desnudo, no me daban de comer, no podía dormir y me picanearon.



¿Cuánto tiempo pasó así?

No se. Como a los dos días me llevaron a la Fiscalía Federal, donde me hicieron hablar con el doctor (Patricio) Sabadini. Le pregunté por qué no se presentó en el lugar donde me tenían detenido, y me dijo que era fin de semana. Me miró y me preguntó si me torturaron… “¿a usted qué le parece?” le dije. Estaba todo hinchado y lastimado, con sangre.

Este fiscal me toma declaración en ese lugar, sin la presencia de defensoría ni nadie.



¿Y cómo llegan al lugar donde encontraron el cuerpo?

-De la Fiscalía me suben a un auto con el fiscal y otros funcionarios. Me llevaron por avenida Sarmiento hasta cruzar la ruta, se agarró una colectora hasta pasar un terraplén, era como un camino vecinal, hasta que se detuvo el vehículo. Yo no entendía por qué me llevaron ahí. Me pidieron que baje y me hicieron caminar unos 120 metros hasta que Sabadini dijo “allá está”. Cuando miré hacia donde señalaba, vi el cuerpo y ya viendo la ropa y la zapatilla supe que era la chica, porque lo recordaba.

El fiscal me pidió que camine, que me acerque al cuerpo, pero me negué, había barro y no quería que me hicieran dejar huellas. Ya cuando me di vuelta, había como 30 vehículos policiales rodeándonos.

Yo la pregunta que me hago es que si el doctor Sabadini dice que recibió llamado anónimo que le dijo el lugar donde estaba el cuerpo, ¿dónde está el informe de la Policía Federal que demuestra que Sabadini efectivamente recibió ese llamado? Mi defensor me dijo que eso es difícil, que son como 500 teléfonos. No importa. Ese día y a esa hora no van a recibir llamados los 500 sino uno en particular.

Que diga Sabadini a qué me llevó a ese lugar… que lo diga. Porque Sabadini se convirtió en cómplice, cómplice por estar encubriendo. Yo quiero que el juez indague ese llamado anónimo, de dónde provino, de qué teléfono.



¿Qué dice sobre el número de teléfono de Paraguay al que usted se comunicó y que tendría algún tipo de vinculación con Enciso?

-No hice ningún llamado a ningún teléfono de Paraguay.



¿Cuándo piensa en el entorno de Tatiana tiene sospechas?

-No conozco a la familia de Tatiana, ni a Enciso, ni al padre No conozco a estas personas… pero yo diría que el problema viene por ese lado.



¿Tatiana hizo un llamado desde su auto?

-No vi en ningún momento que llamara, ni siquiera vi que tenga celular.



-¿Usted cree que es un chivo expiatorio?

No un chivo expiatorio. Pero tanto la prensa, como el poder político, parte del poder judicial y la policía se ensañaron con Rosa y conmigo. Sólo han ido por una línea de investigación, no han profundizado. Yo soy una persona que razona, piensa, escucha. El padre (Alfredo Kolodziey) de esta chica es el que empieza con las sospechas y la desconfianza sobre el yerno. Si él está incomodo con la relación con su exyerno, que la exponga, que diga por qué… pero él no salió en ningún momento a aclarar estas cosas.



¿Qué cree usted?

-Que en esto debe haber una mano negra. O no, mejor dicho un guante blanco. Hay gente que está muy arriba, con mucho poder. Yo no puedo decir que fue Enciso, pero creo que el problema llegó por intermedio de él.



¿Por qué sospecha tanto de Enciso?

Porque lo primero que hace Enciso es llamar a un policía amigo, no a la policía. Llama a un amigo que estaba en la Isla del Cerrito ¿Para qué va a llamar a un policía que está allá? ¿Con qué autoridad puede actuar si se supone que tiene que seguir un procedimiento?

¿En la cárcel como es su vida?

-Vivo con el resto de la población.



¿Usted dijo que estaba con miedo?

-No. Se dijo que quería que me lleven a Gendarmería, pero eso es mentira.



¿Reconoció a alguno de los policías que dice que lo torturaron?

-Tenía los ojos vendados, me sacaban vendado.



¿Y por las voces?

-Peón estaba en la sala presente.


La polémica por la salida condicional

¿Usted reconoce los hechos por los que fue condenado antes de la libertad condicional?

-Por supuesto que sí. Siempre me hice cargo. Cometí delitos graves, pero no tengo que andar mintiendo. En la U7 siempre fui muy sincero a pesar de ser causas difíciles, pero siempre fui así, una persona tranquila, que no molesta, no anda a los gritos.



Para lograr su condicional, ¿hizo trámites con el juez Axel López, habló con él?

-Todos los trámites los hice a través de la Defensoría de Ejecución Penal. Pero la vez que tuve la oportunidad de hablar con el juez López, me dijo que yo tenía “todo para obtener el beneficio, menos tiempo”. En septiembre del 2000 yo tenía conducta ejemplar y concepto muy bueno, y ya estaba en condiciones de que me den el período de prueba, pero todavía necesitaba cumplir un tercio de la condena. Cuando cumplí, me dejaban salir a hacer labores a la vereda del Penal, y nunca tuve ningún problema. Ya en el 2009 me dieron las salidas transitorias, para las cuales contaba con dos domicilios alternativos (ambos de compañeros de reclusión), y en septiembre de 2012 me dieron la condicional.


La relación con Rosas y el remis

¿Con Rosas se conocieron en la cárcel?

-Si, en la U7.



¿Cuándo sale, Rosa lo alberga?

-Cuando salí con transitoria en enero de 2009, iba a la casa de una señora que trabaja en el Insssep que vive en Ameghino al 1200 aproximadamente y era pareja de otro preso, ‘el Cordobés’. Rosa había salido antes que yo, y ya hace un tiempo que no lo veía hasta que un día pasé por la carpintería donde sabía que trabajaba y pregunté por él. Ahí fue que me ofreció quedarme con él y su mujer, y por eso tuve dos domicilios alternativos registrados para las salidas transitorias.



¿Cómo conoció a quién le alquiló el remis?

-Por Rosa, que conocía y me presentó a Walter Sena, el dueño del coche. Cuando me lo ofrece para trabajarlo, le dije que el problema era que no tenía el registro.



¿Cómo lo consiguió?

-Sena me dijo que le trajera cien pesos, tres fotitos y que me haga unos análisis de sangre. También le dije que necesitaba el de motos, por lo que me pidió cien pesos más y una foto más. Unos días después me citó en una estación de servicio y me dio los dos carnets.



¿Para qué el de moto?

-Porque quería comprarme una, acá es la mejor manera de andar. Y me la compré a los 15 días de salir en libertad, pero nunca la usé. Quedó en la casa de Rosa.



¿El registro de conducir de dónde era?

-De Vilelas.


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