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Por Aída Beatriz Ayala
Domingo, 3 de agosto de 2014
El desafío es mitigar la pobreza
Abordar la pobreza y exclusión desde el punto de vista de lo político es, desde siempre una herramienta de discurso sobre todo en un país como la Argentina que ha crecido en la última década a pasos acelerados apoyada en los beneficios del mercado internacional. Pero ese crecimiento no estuvo asociado al desarrollo equilibrado y equitativo de todas las regiones del país, sobre todo del Norte Postergado.


Subsisten hoy diferentes tipos de pobreza como la vinculada a la falta de ingreso que, genera en torno de ella un circulo vicioso, que se manifiesta en exclusión, deficiencias de salud, incapacidad para ejercer la libertad, bajo nivel de capacitación, escasa participación ciudadana y comunitaria, inseguridad.
Y está la falta de motivación, la ausencia del Estado para valorar y jerarquizar los recursos humanos, con verdaderas políticas de inclusión y progreso.

Cifras de la pobreza
La seriedad “analítica” de la problemática nos obliga también a tomar en cuenta otros indicadores. Según datos oficiales, utilizando el criterio que sigue el Banco Mundial, que establece una línea de ingresos de 1,25 dólares por día para determinar la “extrema pobreza”, alrededor de 1580 millones de personas en el mundo no alcanzan a tener lo mínimo indispensable para poder subsistir.

Federalismo e inclusión
Hablar de federalismo y ecuanimidad nos lleva a la base de la distribución de los ingresos en la Argentina donde más del 70 por ciento es administrado por el Gobierno Central, más del 20 es distribuido entre las provincias y Capital Federal y un mínimo porcentaje le toca a los miles de municipios de la Nación que son la caja de resonancia y la célula básica institucional donde las comunidades buscas respuestas a numerosas necesidades sociales, culturales y de subsistencia.
Este centralismo en el manejo de los recursos se profundiza con la discrecionalidad del Gobierno Nacional para la concreción de obras de infraestructura en los pueblos, sin muchas veces consultar las prioridades de cada comunidad. Sin un Plan de Estado.
En tanto, desde el oficialismo vemos celebrar cada obra como si fuera una muestra de trato preferencial de la Nación, cuando en realidad deberían ser recursos delegados en forma directa a las provincias y municipios para que los administren y se desarrollen tal como sus ciudadanos merecen.
La federalización de los recursos es la única manera de salir del círculo vicioso de la espera histórica a la concreción de obras estratégicas y la implementación de programas productivos, industriales, culturales y sociales que incluyan verdaderamente a cada ciudad desde su identidad y su idiosincrasia, teniendo igual promoción y jerarquización de cada uno de los sectores de la sociedad.

La pobreza como falta de oportunidades
El acercamiento clave del abordaje más profundo y sincero de lo que significa la pobreza, ya no sólo como escasez de recursos de manera coyuntural, sino como estructura de falta de oportunidades para millones de personas, el uso de su libertad con las herramientas mínimas para desarrollarse dignamente.
En un momento donde la Argentina está sufriendo la presión de los poderes económicos concentrados -sin dejar de lado las responsabilidades de quienes conducen el Gobierno Nacional-, donde sólo del 3,5 al 5 por ciento de las transacciones internacionales son de bienes y servicios porque el resto es todo especulación, es tiempo de manifestarnos comprometidos totalmente con el interés colectivo de mejorar la distribución de recursos.
Es necesario instaurar un contrato social para generar un estado de armonía para incluir y potenciar a cada uno de los actores de la sociedad y generar una verdadera distribución con equidad, libertad y eficiencia.
Una economía basada en un concepto de desarrollo integrado por valores, con una planificación estratégica que permita dar soluciones a mediano y largo plazo.
La economía solidaria emerge entonces como un componente esencial para lograr la participación activa de cada uno. Avanzar hacia un proyecto compartido de Provincia y de Nación.

Así como reclamamos compensaciones desde la provincia al gobierno central, debemos considerar las desventajas que existen con el interior. Si no lo hacemos, estaríamos replicando la misma conducta antifederal que se practica con nosotros.
Cada región de la provincia debe tener las mismas condiciones, no debemos demorar las soluciones y sí, en cambio, avanzar todos juntos tejiendo solidaridad, auto exigiendo renuncias personales porque al final tendremos una línea de largada con igualdad de oportunidades y la llegada con mayores y más amplios beneficios. Los tiempos urgen y lo que no se resuelva hoy se intensifica mañana.
Porque como decía Mario Benedetti: “Si 40 mil niños sucumben diariamente en el purgatorio del hambre y de la sed, si la tortura de los pobres cuerpos envilece una a una a las almas y si el poder se ufana de sus cuarentenas o si los pobres de solemnidad son cada vez menos solemnes y más pobres, ya es bastante grave que un solo hombre o una sola mujer contemplen distraídos el horizonte neutro; pero en cambio es atroz, sencillamente atroz, si es la humanidad la que se encoge de hombros”.


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