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Por trabajadores del Complejo
Sábado, 24 de mayo de 2014
Guido Miranda: la verdad tras bambalinas
Señor Director: Somos los trabajadores del Complejo Cultural Provincial Guido Miranda. Como es sabido, éste organismo fue inaugurado el 24 de mayo de 1997 y a lo largo de su existencia dejó una importante huella en la cultura de nuestra provincia, del país y también a escala internacional.

Hoy la institución cumple 17 años y no podemos dejar de sentir una amarga sensación de abandono, de “ninguneo”.
Hemos ofrecido todos estos años nuestra mejor voluntad y predisposición a colaborar en todo momento, brindando cada uno en su puesto el máximo esfuerzo y pasión para que las políticas culturales del gobierno, sin distinción de signo político-partidario, lleguen a quien tienen por destinatario, el ciudadano. Cuando decimos máximo esfuerzo y pasión estamos hablando de profesionalismo poniéndose la camiseta del querido “Guido”, buscando la excelencia en servicios culturales, aunque esto implique horas extras no remuneradas, horas restadas a la familia. Pueden dar fe de todo esto el público y los artistas que han pasado por nuestra casa.

El consumidor del Guido, probablemente nunca habrá percibido que algo andaba mal y esto se debe justamente a ese profesionalismo que se ha puesto la camiseta.
Hoy no se escuchará el Himno Nacional Argentino a las 0 horas como cierre de un espectáculo programado para celebrar los 204 años de la Gesta de Mayo y los 17 años del Guido, y esto se debe a una acumulación de hechos en los que no faltó la desidia.

Nuestra vida en la institución comenzó como empleados de una asociación civil, por lo tanto nos regíamos por un convenio colectivo de índole privado. Nuestro sueldo cubría la canasta básica y cobrábamos bonificaciones y horas extras acorde a nuestras tareas específicas.

En el año 1999 cuando se produjo un importante pase a planta, las autoridades de la Subsecretaría de Cultura del momento decidieron no incluir al personal del Complejo en la propuesta sin previa consulta.

Desde el 2003, como fruto de una drástica reducción presupuestaria la patronal deja de hacer nuestros aportes previsionales regularmente.

Posteriormente y de manera inconsulta uno de nuestros aguinaldos se destinó a la producción de un espectáculo con la promesa de reintegro que solo se cumplió parcialmente.
En enero de 2008 el estado provincial decide intervenir la asociación civil con la intención de disolverla definitivamente, proponiendo a los trabajadores un contrato de servicio hasta un futuro pase a planta respetando los cargos, el monto de los sueldos y sin interrupción en la cadena de pagos.
Sin embargo, este proceso avasallante nos fue generando una angustia ante la incertidumbre laboral que se prolongaría por años.

A principios de 2010 recibimos un memorandum del Instituto de Cultura del Chaco en el que se nos intimaba a aceptar el contrato de servicios con el estado a partir del 1 de enero de 2010 o en caso contrario abandonar nuestro puesto de trabajo a partir de la fecha. Desde entonces y hasta el 31 de diciembre de 2013 formamos parte del Instituto de Cultura como contratados de servicio con renovación anual, perdiendo 12 años de antigüedad y en honor a la verdad con incierta estabilidad laboral.

Cuatro meses sin cobrar salarios fue el plato de entrada para un menú donde las promesas caían rápidamente en incumplimiento. Cadena de pago interrumpida. Los salarios comenzaron con un monto similar al que percibíamos anteriormente pero con el transcurso del tiempo fueron quedando relegados al no actualizarse de la misma forma que el convenio colectivo privado. No se cumplió con la promesa de respeto al monto del salario.

En este período comienza el debate por la ley del trabajador de cultura con la participación de todos. El primer texto, aprobado por consenso, se fue modificando en repetidas oportunidades y en las últimas instancias ha llegado a distanciarse diametralmente del original. Al día de la fecha no sabemos con certeza en qué estado se encuentra el proyecto de ley.

Luego de la inversión inaugural en 1997/98 no hubo ninguna re inversión en el edificio y tampoco en las herramientas y tecnología necesarias para el desarrollo de temporadas que albergan más de 70.000 personas por año.

En pocas palabras, mientras sucedía todo lo que relatamos más arriba con nuestra situación laboral, el edificio y equipamiento se fueron deteriorando por un buen y exhaustivo uso. También fueron presentadas, en tiempo y forma, sucesivas notas e informes a las autoridades anticipando el colapso actual. No se realizaron intervenciones para subsanar problemáticas que afectan a la seguridad del público, artistas y trabajadores. Todas fueron meramente cosméticas incluyendo la actual.

En enero de este año salimos de vacaciones esperanzados con la promesa de mantener nuestra situación hasta que al aprobarse la Ley del Trabajador de Cultura, pasaríamos a planta con un cargo y remuneración coherente con nuestras tareas y carga horaria. Al volver, nos encontramos con la sorpresa de haber sido pasados a planta permanente como administrativos, con reducción del 40 % del salario, perdida de antigüedad y sin ninguna de las bonificaciones obligatorias.

Así arribamos a este 24 de mayo creyendo muy poco en las promesas pero apostando a que en el futuro finalmente el Guido vuelva a brillar como lo merecen nuestros artistas y público.

Firman todos los trabajadores del Complejo Cultural Provincial Guido Miranda.


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