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Por Carim Peche
Viernes, 4 de abril de 2014
Del abuelito amarrete, Shell y la conspiración mundial también
Argentina atraviesa tiempos difíciles. Como dijimos en otras ocasiones, sectores especulativos hubo y habrá siempre. Si hay alguien que ha padecido sus presiones han sido los gobiernos radicales; a modo de ejemplo solo basta recordar las 4.000 huelgas sectoriales y de empresa (67% en el sector público) y 13 huelgas generales realizadas al gobierno de Raúl Alfonsín atentando seriamente contra una gestión permanentemente acechada por fuerzas armadas con poder y que se negaban a aceptar el enjuiciamiento por violaciones a los derechos humanos que llevaba adelante el ex presidente.




Esa historia vivida es la que hoy nos da la autoridad moral de cuestionar la legitimidad de un relato oficial que, apelando a estrategias camaleónicas para despegarse de ese pasado y otros ligados al menemismo, duhaldismo, hoy kirchnerismo, pretende crear fantasmas a quienes endilgarles la responsabilidad que le toca por haber conducido al país a una delicada situación en materia económica, social, política e institucional.

No pueden desentenderse de ser quienes tomaron la decisión de que 3 generaciones de argentinos no trabajen, no tengan acceso a una obra social, a aportes jubilatorios o a una vivienda digna y dependan exclusivamente de la dádiva oficial; no pueden evadir la responsabilidad de haber sido quienes crearon la generación “NI”, más de 1 millón de jóvenes que ni estudian ni trabajan convirtiéndolos en presa fácil de flagelos como la droga que inexorablemente los invita a transitar el camino de la violencia, delincuencia y muerte.

Son los responsables del deterioro de los servicios públicos y recursos naturales en el marco de un irresponsable proceso de privatizaciones, desinversión y falta de controles que no se reduce a los últimos años sino que comenzó allá por los 90 acompañado del voto y aplauso del kirchnerismo menemista de esos tiempos: la privatización de las empresas de servicios del estado como la telefónica ENTeL, Gas del Estado, Obras Sanitarias de la Nación, SOMISA, Aerolíneas Argentinas, Correo Argentino, YPF, obras hidroeléctricas como El Chocón y Piedra del Aguila o las más recientes concesiones para la explotación minera a cielo abierto.

Tampoco podemos pasar por alto el voto y aplauso del kirchnerismo menemista a la hora de cerrase los ferrocarriles en todo el país para luego concesionarlos a amigos del poder bajo un halo de corrupción que ha cobrado vidas.

Fue este modelo kirchnerista el que decidió que el que trabaja y produce es enemigo de la patria y que son amigos los empresarios inescrupulosos a quienes se destinan miles de millones en carácter de subsidios cuyo resultado todos conocemos.

Fue este modelo kirchnerista y no otro el que decidió intervenir durante 7 años un organismo prestigioso como el INDEC para manipular las estadísticas y así poder esconder la inflación, la pobreza, la indigencia y la desocupación. O de privatizar las jubilaciones creando las AFJP en lo que fue un claro perjuicio a los trabajadores.

Fue este modelo el responsable de que Argentina dejara de ser un país de tránsito para convertirse en el lugar elegido por los principales carteles del narcotráfico para instalar sus centros de producción y operaciones a raíz de la negligencia oficial, situación directamente relacionada con los altos niveles de inseguridad.

Sobre esta preocupante realidad, la reflexión de la presidente fue reivindicar de manera alarmante e inédita los derechos de igualdad de los sectores más vulnerables “…la gran diferencia es que los pobres utilizan drogas de bajísima calidad que les rompen la cabeza mientras que los que tienen plata consumen de la buena…”.

No pueden responsabilizar a nadie más de haber dilapidado los mejores 10 años en materia económica en sostener un desmesurado gasto público que en ninguno de los casos estuvo direccionado a mejorar la salud, la educación, la seguridad, el déficit habitacional y mucho menos a incentivar la actividad económica y productiva.

Realidad que ha sido sostenida en el tiempo por la más importante política de estado puesta en marcha: el relato Kirchnerista que ha buscando chivos expiatorios en las formas más insólitas. A modo de ejemplo solo basta recordar cuando en 2012 la presidente condenó públicamente a un jubilado de querer dolarizar la economía al tratar de comprar U$S 10 dólares para regalarle a su nieto diciendo “…es un abuelito bastante amarrete…” sin sentir la mas mínima responsabilidad de que ese abuelito sea uno más del 80% de los jubilados a los que ella misma les niega el 82% móvil a cambio de otorgarles aumentos antojadizos que, de acuerdo al último anuncio representa, en promedio, $9 más por día.

Fue la presidente la que dijo “…que esperen otro gobierno quienes quieren ganar plata con una devaluación…”. Unos meses más tarde esos $45 pesos que hubiese recibido el nieto del abuelito se convirtieron en $80 producto de la devaluación y ajustes impulsados por la gestión que encabeza. Fue así que los medicamentos del abuelito aumentaron el 100%, los alimentos que consume el abuelito un 50%, el boleto que paga el abuelito un 60%, las tarifas de luz, gas y agua entre un 60 y un 300%, el combustible un 30%, aunque esta última situación fue atribuida por el Jefe de gabinete Jorge Capitanich a la “conspirativa” Shell, olvidando hacer referencia a “su” Secheep Combustibles que ya mucho antes cobrara $3 mas el litro que la multinacional de la cual además se abastece.

A esta altura del relato nos gustaría saber si cuando la señora presidente y sus funcionarios dicen que no está bien que los especuladores saqueen a los argentinos, incluyen el saqueo económico, social, institucional y moral que ha hecho el modelo K en estos 10 años.

Sería de decentes reconocer los errores y a partir de allí convocar a los demás sectores de la vida política e institucional del país para poder establecer medidas que reviertan la coyuntura y nos coloquen definitivamente en la senda del crecimiento y desarrollo. Estamos ansiosos de aportar a ese proceso de cambio. Sin embargo un día la presidente ratificó el rumbo: “…vamos por todo…”. Y está cumpliendo.

*Dr. Carim Peche- Pte. Interbloque de Diputados Unión por Chaco


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