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Por Hugo Maldonado
Martes, 29 de octubre de 2013
Una fecha inolvidable
El 30 de octubre de 1983 es una fecha histórica que puede definirse como el momento clave que dio base a la refundación de la República en un sistema democrático, participativo, igualitario y de derechos y garantías.

Que esto comenzara con la voluntad popular expresada en las urnas luego de trágicos años de dictadura y muerte, posee un sentido simbólico y perdurable en el tiempo.

En épocas en donde los gobiernos constitucionales tenían prestado el poder bajo la vigilancia y la influencia de los mandos militares, el sueño de volver a la democracia plena, al uso irrestricto de las libertades y no solo en pequeños intervalos, constituía una ilusión que se transmitía de generación en generación.

Es por eso, que este día de hace treinta años, es mucho más que una emocionante jornada cívica o el acceso al gobierno democrático. Es el principio de una feliz realidad que vivimos desde hace tres décadas, que ya forma parte de nuestra vida cotidiana y que está afirmada en la voluntad y la convicción de todos los argentinos.

Ese día y ese tiempo tuvo una figura excepcional, la de Raúl Alfonsín, que adelantaba en la campaña electoral, una de las características salientes de su mandato. No es casual que sus discursos concluyeran con la invocación constitucional cuando decía “con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer la defensa común, promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino”.

En la campaña electoral, Alfonsín transmitía una imagen de paz, evitando todo conflicto, gestos de violencia en los actos o discursos agresivos. En una Argentina que era una caldera política, en donde después de muchos años se podía expresar públicamente lo que cada uno quisiera, Alfonsín desechó el fácil acceso a la violencia verbal. Llamó a la serenidad, a la unión, a crear un futuro de convivencia y libertad. No fue casual que una de las consignas de la campaña fuera “más que una salida electoral, es una entrada a la vida”. Con la distancia del tiempo, podemos hoy apreciar el valor de esas palabras. O el gesto inmediato a su triunfo electoral, cuando decía “ganamos, pero no derrotamos a nadie”.

Como estadista, produjo hechos fundamentales que viven en la realidad actual porque fueron hitos en distintos espacios que señalaron un antes y un después para todos los argentinos: La creación de la CONADEP y el enjuiciamiento y condena a los máximos responsables de la dictadura militar, el Tratado de Paz con Chile, que terminó con un conflicto centenario que nos llevó al borde de la guerra. Fue fundador junto al presidente brasileño de las primeras actas que luego se concretarían en el Mercosur.

Creó y promovió campañas nacionales para el Plan Nacional de Alfabetización que redujo de 6,1% al 3,7% la cantidad de analfabetos, el Plan Alimentario Nacional, que atendió a decenas de miles de familias carenciadas con alimentos adecuados en cantidad y calidad. Impulsó e hizo realidad el divorcio vincular y la patria potestad compartida, una conquista social que tenía décadas de espera.

Raúl Alfonsín, siendo para todos los radicales una figura señera que nos enorgullece y nos compromete con su tarea política y social, también es para todos los argentinos, por encima de cualquier ideología o partidismo, uno de los padres de la refundación de la democracia y las libertades que gozamos en todos los ámbitos de la patria.


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