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PASÓ LA PRIMERA COMPETENCIA
Domingo, 27 de enero de 2013
Las comparsas dejaron sabor a poco en el show inaugural
Las tres competidoras no lograron alcanzar la euforia esperada. Las descoordinaciones fueron notorias. Dirigentes apuntaron a la falta de ensayos en el escenario. Fuerte reclamo por el trato indiferente a los comparseros en el anfiteatro Cocomarola.

Sin penas ni glorias, sin mayores emociones y con propuestas que no colmaron las expectativas se presentó la primera “revista del carnaval” ante unas 3 mil personas que concurrieron al anfiteatro Mario del Tránsito Cocomarola para presenciar el primer Show de Comparsas. Tras la presentación de Luciano Pereyra, Ará Berá, Sapucay y Arandú Beleza desplegaron sus propuestas artísticas en la primera noche de competencia.
No fue de los mejores inicios de Show de Comparsas en la historia del carnaval y el entusiasmo del público se redujo a la clara y fresca noche correntina que buscó ampararse al calor de las emociones que caracterizan al carnaval teatralizado y que en la noche del viernes dio la sensación de que no fue suficiente. La última campeona, Ará Berá, fue la encargada de romper el hielo en el espectáculo y con una vibrante introducción al tema “AmorAmérica” 200 años de la abolición de la esclavitud, no logró galopar en el desarrollo de la obra.
La travesía de una pareja de esclavos que partió desde África pasando por Europa y llegando a América, escapando de la opresión, fue bien representada, pero sólo eso. La primera parada, Colombia la linda, puso a tono el espectáculo y con melodías de rumba y el baile de las negras salió a escena con el tema “Tu pollera colorá”, que salpicó su ánimo al público.
La persecución de los españoles continuó al acecho de los esclavos y libertarios que llevaron la revuelta por toda América, llegando hasta Brasil, uno de los cuadros más llamativos de Ará Berá. Allí los esclavos se cobijaron entre la naturaleza y los aborígenes (volvieron los acróbatas) y una extraña introducción del tema “Río” la película, desacertado para muchos.
Pero se reivindican con el maravilloso “Espíritu del Amazonas” que encontró una conexión explosiva entre Matías Pedemonte y Marta Moncada, al igual que la sola presencia de Javier Luquez Toledo, que siempre trae en manos una figura sobresaliente, esta vez un mono, jefe de la manada.
Con el tema “Corrientes Cambá” la escena entibió de emoción la noche y la presencia de la Cofradía de San Baltasar, comandada por la familia Caballero, mostró la llegada de los esclavos a Corrientes. Aquí la historia termina, donde la sufrida pareja da a luz a su hijo y encuentra la liberación con la asamblea del año 1813. El fin de la historia dio el paso a la Universidad del Sonido con una destacada presentación, aunque no superó lo propuesto el año pasado. La bastonera Belén Escobar iluminó a todos con su simpatía, no así con su samba.

Teatro por 100
El portaestandarte del “Coliseo correntino” anunció la llegada de Sapucay a las 1.35 con “Los 100 años del teatro Juan de Vera”. La comparsa del “Gallo” fue de las tres la que mejor propuesta escénica presentó con un despliegue de trajes destacados que abrió una puerta al pasado, hasta la sociedad de principios de 1900. La brillante Musa (Irene Falcón) abrió las puertas del primer estreno que, entre el grito de dos pequeños canillitas, invitó a la sociedad “paqueta” de Corrientes a disfrutar del mundo de las artes escénicas.
Contrario a lo que sucedía otros años, Sapucay sacó jugo del espacio y la utilización de las luces en varios momentos que destacaron los cuadros del relato. La opera prima Aída ventiló a los primeros actores que animaron las escenas, entre ellos la representación de Carlos Lanceri y la vuelta a escena (tras las diferencias con la comisión) de la reina Beatriz Vallejos Schulze al ritmo charleston. Impecable.
El aceitado trabajo entre Carla Noval y Miguel Caminos demuestra la conexión y la coincidencia de criterios entre ambos y eso se tradujo en la buena propuesta coreográfica de Sapucay, uno de los puntos que viene mejorando en los últimos años
(Viene de la página 21)
y un ejemplo de ello es el Ballet de Moscú, un espectáculo destacado. Las danzas también aportaron lo suyo, desde la clásica hasta la española y las árabes mostraron las habituales funciones del Vera a lo largo de este centenario.
Drácula y Chicago (esta última, motivo de crítica de la competencia que asegura que la obra nunca pisó el Vera) fueron dos de las propuestas más representativas de la historia que propuso la comparsa. Los últimos cuadros trajeron ritmos y alegrías que entre chamamé y música moderna representaron las funciones contemporáneas del teatro, como las danzas libres coordinada por Virginia Silvero que portó un bellísimo traje.
Los músicos de la ópera, integrada por la escuela de samba tomaron por asalto y soltó todo su potencial en la primera aparición del año. Los dirigidos por el maestro Víctor Turraca demostraron maduración y además de una lograda coreografía marcaron la cancha con una demostración de percusión de alta calidad, algo que ya viene poniendo nerviosa a la Universidad del Sonido y para prueba sólo basta recordar que el año pasado ganaron en los show, aunque perdieron en la general. La bastonera Aldana Tófalo dejó en claro en su samba que tienen muchas chances de quedarse con el premio.

Llegó el axé
Con melodías de chamamé la comparsa Arandú Beleza, fiel a su estilo, salió a la defensa del medio ambiente y contó la historia “La tierra es Arandú”. El reino de bichos e insectos armó una revolución, una fábula que relata una travesía que busca proteger a la última semilla de la tierra. El universo de mariposas abre esta historia con una atractiva propuesta donde aparecen algunas de las figuras de la comparsa del Axé, como Florencia Mendoza.
Si bien hay algunas desprolijidades en los trajes, un ejército de hormigas se impuso ante las simpáticas langostas que intentaban proteger la semilla. La pareja de las libélulas es una de las más destacadas de la comparsa y con muchas expectativas a lograr un premio. Las figuras de Arandú volvieron a destacarse, sobre todo Zulma Noce, que bellísima salió a escena para demostrar que nunca perdió su magia de comparsera. La abeja Reina, esta vez con más atuendo que de costumbre, fue representada por Virginia Acosta, quien puso a las obreras de la colmena a trabajar. La que sí se animó al destape fue Dayana Reichembach, quien con la técnica del body paint fue una de las que se animó al toples.
Más iluminada que lo habitual, Luz del Curto, de naranja radiante, sacó provecho de sus dotes en el baile y volvió a cautivar al público. La comparsa dejó de lado su estilo innovador de música tecno y saltó al escenario con una propuesta más fiel y representativa con chamamé, que permite una fiesta natural, la celebración de los bichos de haber salvado la última semilla. A destacar en la historia es la coreografía del ejército de hormigas. Una buena propuesta fue el llamado de las hormigas negras en manos de la bastonera Ludmila Ponce de León, con mucho potencial si logra relajarse y dejar de lados los nervios. La batería del Axé mejoró y mucho, pero sigue desfavorecida por el número de integrante, que los deja al descubierto con algunas irregularidades en la coreografía.
Pasó el primer Show, hay muchas cosas por mejorar y eso se nota, pero quedan sólo dos oportunidades más y las críticas pueden jugar a favor de las comparsas que sepan escuchar y logren corregir, porque en esta competencia el que se enoja pierde y cada punto es vital para alcanzar objetivos. La próxima parada será el miércoles 30 de enero en el anfiteatro Mario Cocomarola.


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