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Alfredo Zurita
Domingo, 20 de enero de 2013
Salud: El Dilema de los Recursos
Como se sabe por las constantes protestas y huelgas, un porcentaje importante del personal de salud pública está contratado en forma precaria, becarios, etc. y los ascensos son a dedo. Pero seria posible pasar todos a planta y gobernar el sector con una carrera profesional establecida?. Una decisión de este tipo tiene pros y contras que conviene analizar.



Según se ha informado por las autoridades el subsector público cuenta con algo más de 10.000 agentes, los cuales al ser, (o deber ser) en su mayoria profesionales y técnicos supondría un costo anual de $ 100.000 por agente, en planta permanente (cargas sociales y SAC incluidos), es decir unos $ 1.000 millones por año en personal, a lo que habría que agregar un tercio adicional para insumos, renovación y mantenimiento de equipos, es decir un gasto anual de $ 1.500 millones, o $ 3.000 por persona cubierta por este subsector, y aún se menciona por las autoridades la necesidad de incrementar recursos de todo tipo a la brevedad posible, en edificios, equipos, y personal.

Esta suma per cápita es superior a la que dispone efectivamente el INSSEP para sus beneficiarios, según la información disponible, aunque los prestadores privados utilizando menos personal, y esquemas flexibles de contratación, pueden arreglarse con eso, y aún obtener ganancia, aunque es claro que reclaman como propio el porcentaje que se desvía para financiar el déficit de jubilaciones, que obliga a relantizar los pagos, pese a los cual, y con tironeos, aún es negocio seguir como prestador, pues entre otras cosas hay una gran dependencia de un solo financiador, sin cuyo aporte la mayor parte de los establecimientos de los prestadores privados no serian viables. Como los siameses, tienen dos cuerpos, pero un solo sistema circulatorio con el INSSEP.

Naturalmente este cálculo financiero debería ser refinado, incorporando funciones adicionales al subsector como atención de emergencias, formación de personal, prevención, cobertura de zonas rurales, puestos de trabajo clientelares o no, pero prima facie muestra que no hay un déficit de recursos considerable, sino más bien problemas de gestión, puesto que el presupuesto de salud pública esta dentro de las cifras consideradas. .

Pero, a diferencia de los recursos físicos, y materiales, los recursos humanos tienen voluntad, y en el caso de la salud sus decisiones están muy poco sujetas a reglas y normas, de modo que al estar estabilizados en forma permanente tienden a comportarse como burocracias profesionales, en el sentido de Mintzberg, y orientar el uso de los recursos hacia sus propios fines, los que pueden estar alejados de los del gobierno, y también de los de la población más necesitada.

Así por ejemplo la preferencia por la disponibilidad de métodos diagnósticos sofisticados, y de tratamiento: tomógrafos, injertos de órganos, etc, confundidos muy habitualmente con mejor calidad de atención, lo que no siempre es el caso, pueden dejar mínimos recursos para reducir la mortalidad infantil y la desnutrición, controlar el Chagas y el dengue, cambiar el paradigma de la salud mental, hacer los estudios necesarios sobre agroquímicos, etc, que son los problemas que más pesan, (o podrían pesar en el caso de los agroquímicos), en la salud de la población, sobre todo de menores recursos.

Me contaba un destacado colega de la otra ribera del Paraná, años ha, el lamento de los profesionales al haberse designado un “laico” como ministro del área en tanto que aquí los cargos de ministro y subsecretario (uno solo), eran ocupados por colegas de renombre. Pero el desencanto duró poco, el laico empezó a comprar tomógrafos computados, y los colegas renombrados a hablar de la atención primaria, y la importancia de las comadronas tradicionales………..”en fin, cuestiones de salud pública, sin interés para los médicos”, concluyó.

Por décadas la escasez de profesionales, la reducida urbanización de la población y sus expectativas, y la no disponibilidad de tecnología permitieron mantener un cierto equilibrio, pero ahora hay excedentes de algunas profesiones, lo que empuja la especialización continua, la industria ofrece todos los días una novedad tecnológica, y la población rural se vuelca a las ciudades, con expectativas desmesuradas en muchos casos, obtenidas en series de TV.

Un síntoma de este panorama más fluído es la rotación de directores, hecho muy raro décadas atrás. Aunque llegar al cargo a dedo era la regla, un director se mantenía hasta la jubilación a través de diversos gobiernos. Ahora la regla es la transitoriedad, (u oxigenación dentro de un mismo gobierno) , que segura lealtad al funcionario que hace la designación, la que no existiría en caso de carrera sanitaria, puesto que en ese caso seria mas bien la presión interna de cada establecimiento la que actuaría convirtiendo a cada director en un portavoz de aspiraciones del personal. Cirujía videolaparoscópica urbe et orbi y similares

Del mismo modo actúa la contratación precaria, lo que incluye pago de guardias, una zanahoria que puede aumentar ingresos, pero no sujeta a reglas preestablecidas en cuanto a distribución, monto por hora, etc, que en cada caso permite un ajusta continuo de equilibrios, lo mismo que el traslado a la capital, aunque haya existido “concurso” de por medio para el interior.

El gestionar este recurso, el más costoso, y del cual depende no solo la calidad técnica de atención, sino también su aceptabilidad es por tanto un gran dilema para las autoridades, más aún si se considera que muchos tienen una doble dependencia, y pueden transferir recursos de un subsector hacia otro por múltiples vías más o menos informales.

Algunos caminos han sido más que ensayados, aquí y en otras partes, con resultados controversiales, tales como la informatización, la normatización mediante programas, la creación de by pass dentro de la estructura, la oxigenación, la privatización del gerenciamiento, la tercerización, la municipalización, etc, y revelan que será necesario ir un poco mas allá de soluciones simples y rápidas, sin participación del recurso humano, o cooptación de parte del mismo, y también sin considerar que el sector público forma parte de un sistema, cuyo balance final depende del conjunto, y no solo de decisiones que tomen los funcionarios en diversos niveles, con los recursos bajo su control directo, o los que puedan conseguir en forma adicional mediante donativos nacionales, los que en algunos casos complican más el futuro aunque permitan anuncios o fotos en el corto plazo.

Como una bola de nieve que baja por la ladera, el problema solo puede hacerse más grande cada vez, si no se toman decisiones “estructurales y sostenibles” como se suele decir, o se cambian los “paradigmas”, y no solo en el discurso.

Alfredo Zurita

Profesor Titular de Salud Pública

Facultad de Medicina

UNNE


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