Entrevista: Gustavo Insaurralde: Entre encontrarse y perderse, viajar
“Viajar es un placer”, rezan varios slogan publicitarios. Pero en el caso de este chaqueño es mucho más que eso, es una actitud existencial que por medio de la solidaridad la convierte en la vida misma.
Nació en Buenos Aires, pero con apenas 5 días de vida estaba viviendo ya en Corrientes. Desde los 12 años reside en Resistencia. Su padre, Rodolfo Insaurralde, es Oficial de Prefectura actualmente retirado, por ello la razón de tantos cambios de domicilio en su vida. Su madre, Elena Gagliardone, también jubilada, ejerció la docencia en la capital chaqueña. Su espíritu viajero vino incorporado en su ADN, desde el vientre mismo, y se ha instalado por tal motivo en su marca registrada. Tiene su profesión, trabaja en periodismo y en otros rubros, pero la mayoría lo conoce por un apodo que no fue impuesto sino que se fue dando naturalmente: El Viajero, actividad que es el motivo de su vida, no solo por el hecho de andar y conocer, sino porque se conecta con el mundo, intercambiando valores culturales y humanos, alimentando la solidaridad, el conocimiento y aumentando, en cada viaje, un integrante más a su familia.
SU HISTORIA
“Por el trabajo de mi padre nos conformamos en una especie de familia nómade, llegué a este mundo en Buenos Aires, pasé mi infancia en Corrientes donde fui a la escuela primaria, asistí a la secundaria en Rosario y luego nos afincamos en Resistenccia, cuando mi vieja tomó su primer cargo como docente. Hoy vivo aquí, pero lo tomo en parte, como mi campamento base, mi lugar de partida y regreso. Hace poco estaba pensando, que cuando nací mi madre enfermó y mi abuela correntina me fue a buscar y a los 4 días hice un viaje en tren, que duró un poco más de 20 horas. Allí estuve hasta los seis meses. Si busco un origen lo encuentro allí. Pero entiendo que había algo más, que lo fui descubriendo con el tiempo”.
“Cuando regresé de Rosario, que lo considero muy buena experiencia, pasé la adolescencia en una gran ciudad y eso es fascinante. No faltaba la música, las salidas, actividades varias que sumaban y mucho más. Llegué a Resistencia y comencé la carrera de Comunicación Social, al poco tiempo conseguí un trabajo en un medio regional, donde me desempeñé en distintas secciones hasta que un día me asignaron a cultura y comencé a relacionarme con el arte y sus derivados, conocí mucha gente, varios artistas con los que me fui relacionando.
Esa nueva función me llevó a viajar mucho, lo hice por toda la provincia y terminé conociendo todo Chaco. Por otro lado se abrió una perspectiva mucho más amplia, me invitaron muchas veces a Buenos Aires, en una de esas invitaciones tuve la oportunidad de entrevistar a Yoko Ono y en otra a Joan Manuel Serrat. Gracias a eso mi trabajo fue cobrando trascendencia y un día Fabriciano Gómez, me invitó a viajar a Japón, resultando ser esa, mi primera experiencia internacional. Podría decir, uno de mis primeros grandes viajes”.
UN HECHO FORTUITO, EL PRINCIPIO DE SER VIAJERO
“Llevaba 4 años en el diario y se produjo un cambio en el mando del mismo. Los dueños decidieron venderlo y los nuevos tomaron una serie de medidas acorde a sus expectativas. Confeccionaron una lista de prescindibles, ente los que figuraba yo, un hecho que más allá de ser traumático terminó siendo un hito en mi vida. Con la indemnización me compré un pasaje y llegué hasta París, conocí una ciudad fascinante y otras por el estilo del continente europeo.
Estando allí explotó mi costado cultural y a su vez tuve la experiencia inigualable de viajar sin tener la certeza de un destino estimado, pero sí la de que quería hacer y experimentar. Fue un desafío que me gustó mucho y del cual aprendí más todavía”. “Al regresar tuve la suerte que me estaba esperando un empleo nuevo y con él un destino distinto, pero más atrapante. Me volví a conectar con el mundo del arte, a compartir con artistas varios. En eso me contacté con una amiga, Hada, que tenía una red solidaria relacionada con los viajeros. Cada vez que recibía amigos que recorrían el mundo, en su casa, preparaba una comida y yo era uno de sus invitados. Así me fui relacionando e introduciéndome en ese ambiente mágico, lleno de historias y vivencias, que me atrapó definitivamente”.
“Eso me llevó -cuando conocí esa plataforma digital- a emprender una propia, similar, pero con mi perfil, que contuviera otras inquietudes, y la completé con la mayor cantidad de datos posibles. La creé y a los pocos meses se me presenta la oportunidad de un viaje a Canadá, acompañando a unos escultores. Mi primera experiencia de la red de hospitalidad a viajeros fue en Montreal. Me recibió un chico en su casa, que tuvo en cuenta mis referencias (es de la manera en que se maneja el sistema). A partir de ahí me fui contactando con más gente, me fui integrando. El crecimiento fue sostenido y a buen ritmo. Actualmente los contactos en el mundo, de lugares inimaginables alcanza a unos 800”.
“Aprendí a viajar sin reservar hoteles ni demasiadas pretensiones. El viajar, para nosotros, es salir de la zona de confort. Cada uno lo puede hacer a su manera, pero para mí viajar es salirme de la rutina y vivir situaciones muy diferentes: estar perdido en un callejón de Estambul o llegar a un pueblito de Marruecos y encontrarme con algún argentino al que reconozco porque está tomando mate”.
VIAJEROS, UNA FILOSOFÍA
“He alojado en mi casa una chica rusa que hablaba muy poco español, otra de Corea del Sur, como también a un empresario brasileño, Reynaldo, que le gusta viajar en moto y me dejó una frase que yo he acuñado en mí: ‘Ningún lugar queda lejos, siempre que uno tenga claro que quiere llegar a él’”.
“En estos 10 años de existencia del sitio en internet, he conocido muchas personas de nuestro país, de América y del mundo. Tanta actividad ha dado lugar a muchas anécdotas, una de ellas que guardo como grato recuerdo, una viajera y su compañero, estaban alojados en mi casa y tuvieron la noticia del embarazo. Eso produjo un gran lazo de amistad y ha hecho que mantengamos un contacto fluido. Ellos viven en la actualidad en Lisboa, Patricia con Santiago, su compañero, y su hijo Benjamín”.
“Llevaba 4 años en el diario, los dueños decidieron venderlo. Con la indemnización me compré un pasaje y llegué hasta París. Estando allí explotó mi costado cultural”
ANÉCDOTAS
“Juan Villarino y a su compañera, Laura Lazarino son los viajeros más conocidos del país. Los recibí sin saber quiénes eran, pero resulta que él tiene dos libros publicados y es uno de los 10 viajeros más famosos del mundo, tiene su propio blog donde escribe todas sus experiencias. Él me decía que, en su experiencia viajera, ha descubierto que en el mundo hay mucha gente buena y solidaria, pero que los malos tienen mucha mejor prensa”.
“Paseando por Zagreb, me encontré con un amigo argentino, se nos acercó una chica y nos consultó por qué hablábamos en castellano. A lo que respondimos ’porque somos argentinosʼ, ʼah, yo también lo soyʼ dijo ella, ʼde Misiones, hace dos años que no veo a alguien de mi tierraʼ. Fue hasta su casa y regresó con su mate. Durante mi estadía nos juntamos casi todos los días”.
“Mi primera experiencia de la red de hospitalidad a viajeros fue en Montreal. Me recibió un chico en su casa, que tuvo en cuenta mis referencias. A partir de ahí me fui contactando con más gente”
Gustavo Insaurralde, viajero consuetudinario, su vida pasa entre pueblos y caminos, entre aldeas y ciudades, entre paisajes y horizontes, entre el cielo y la tierra. Va dónde su espíritu y sus ganas de trasladarse lo lleven, su punto de partida es su casa, desde donde elige un punto de contacto. Allí alguna bifurcación lo llevará hacia un nuevo destino y, seguramente, aparecerá alguien que practique su misma filosofía: la solidaridad.
Para un viajero no hay nada mejor que otro viajero, que hablan distintas lenguas pero que los une un idioma en común, el que implica ayudar al otro. Su vida es un aprendizaje permanente y una constante enseñanza, su derrotero lo lleva a ampliar su conocimiento y en su descanso transmite todo lo aprendido. Los hombres como él hacen añicos la distancia, porque se atreven a soñar en el solo hecho de andar.